Cientos de millones de cristianos, confinados como la mitad de la población mundial, celebran este domingo Pascua en unas condiciones sin precedentes, debido a la pandemia de coronavirus que mató más de 110.000 personas, golpeando con fuerza a Estados Unidos y sin dar respiro a Europa.
El saldo de fallecidos por la COVID-19 se duplicó en poco más de una semana y Estados Unidos se ha convertido en el país más afectado, con 527.000 contagios confirmados y 20.600 muertos, según un balance de la Universidad Johns Hopkins.
En un mundo "abrumado por la pandemia, que somete a nuestra gran familia humana a una dura prueba", el papa Francisco pidió "el contagio de la esperanza" en la basílica de San Pedro, vacía, por su mensaje de Pascua.
En su mensaje, retransmitido por internet, hizo un llamado a instaurar un "alto el fuego global e inmediato en todos los rincones del mundo", haciendo hincapié en Yemen y Siria, pero también Irak, Líbano y el conflicto israelopalestino, e instó a reducir o anular la deuda de los países más pobres.
Francisco propuso que “se relajen” las sanciones internacionales de las naciones afectadas “y se afronten -por parte de todos los países- las grandes necesidades del momento, reduciendo, o incluso condonando, la deuda que pesa en los presupuestos de aquellos más pobres”.