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En Filipinas también realizan procesión por Nazareno Negro

Más de un millón de files peregrinan para agradecer o pedir favores

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Más de millón de fieles católicos participaron este miércoles 9 de enero en Manila en la procesión anual del "Nazareno Negro, con la esperanza de tocar la imagen, dotada según los creyentes de poderes milagrosos, en una de las manifestaciones más impresionantes del culto católico.

Según datos de la policía filipina había más de un millón de personas. Tal vez no tan grande pero con igual fe, en tiquicia vivimos una procesión similar en Alajuelita para pedirle también favores y agradecérselos al Santo Cristo de Esquipulas.

Los creyentes se apelotonaban tratando de alcanzar la imagen, transportada sobre una plataforma metálica a lo largo de siete kilómetros por las angostas calles de la capital de Filipinas. Están convencidos de que puede curar enfermedades y traer buena suerte.

"Sobreviví a un derrame cerebral gracias a él (Dios). Haré esto cada año hasta que cumpla 100 años", declaró Joaquin Bordado, de 70 años, quien lleva décadas asistiendo a la procesión.

"Dios me ordenó hacer esto y no me siento cansado", agregó, vestido con una túnica hasta los tobillos y luciendo una cruz hecha de alambre de púas.

En torno a él, la gente cantaba "íViva Nazareno!", jaleando y tratando de tocarlo, o haciéndose fotos con la imagen del Cristo.

Los fieles, algunos descalzos como muestra de penitencia, trepaban unos sobre otros para tratar de tocar con paños a la imagen, que debe su nombre a su color oscuro.

Según la leyenda, la imagen sobrevivió a varios incendios (como el del navío que la transportaba desde México en el siglo XVII) a terremotos y al bombardeo de Manila en 1945.

El jefe de la policía filipina Oscar Albayalde afirma haber desplegado a 7.000 agentes para garantizar la seguridad del evento. Las redes de telefonía móvil fueron cortadas para impedir la detonación de bombas a distancia.

Las autoridades no han informado de una amenaza específica pero el archipiélago es escenario de varias insurrecciones que provocaron

atentados contra civiles.

Horas después de que empezara la procesión, la Cruz Roja anunció que había casi 220 heridos, algunos víctimas de mareos o de cortes. Cada año, cientos de personas resultan heridas. A veces hay incluso muertos.

"Participar en la procesión es muy peligroso. Cuando ves a la gente echándose hacia adelante, es muy estresante", declaró Angelica Alcantara, una estudiante de 21 años.

"Muchos jóvenes hacen esto por diversión pero (este acto) trata de la fe en Dios", añadió.

La procesión dura unas 20 horas. Algunos consideran que se asemeja demasiado a la idolatría y que constituye un riesgo innecesario para la gente.

Los funcionarios eclesiásticos aseguran no obstante que se trata de una expresión de la fe en un país de 105 millones de habitantes, la gran mayoría cristianos.

“Cuando ves esto desde fuera, no escucharás, verás o sentirás esa fe. Solo verás caos”, dijo el padre Danichi Hui, párroco en la iglesia Quiapo, donde termina la procesión. “Pero dentro hay un ritmo de paz. Hay serenidad”.

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