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En México bailan para calmar la furia de un volcán

En San Nicolás de los Ranchos mantienen viva una vieja tradición

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Los bailarines del carnaval de San Nicolás de los Ranchos, en el central estado mexicano de Puebla, celebraron este domingo con un nuevo invitado: el aumento en la actividad de “Don Goyo”, como se le conoce popularmente al volcán Popocatépetl.

En un ritual que originalmente buscaba atraer buenas cosechas, los hombres del pueblo pintan sus cuerpos de color plata y negro y bailan con el rostro cubierto con las tradicionales máscaras de lucha libre mexicana e incluso la del Capitán América. Se les conoce como "Xinacates".

Algunos de ellos llevan cadenas que chocan contra el pavimento que llaman la atención de otros pobladores y de turistas.

"Originalmente era un ritual que se hacía en esta zona para la buena cosecha, ya que esta zona era nada más de pura agricultura y de temporal, para eso se hacía para pedir una buena cosecha de temporal", explica a la AFP Rodrigo Castillo, un "xinacate" de 33 años con el cuerpo pintado color plata y una máscara de lucha libre.

Castillo afirma que el ritual esta vez también es para "Don Goyito", el volcán Popocatépetl, que ante una mayor actividad con cenizas, gases y material incandescente en los últimos días ha puesto a las autoridades mexicanas en alerta.

"Finalmente es un ritual para él, ahorita vamos a darle, a bailarle, a Don Goyito, para que se calme porque sí nos tiene con esa incertidumbre, vamos a bailarle este año también para él", dice.

Desde 1994

"Don Goyito", ubicado entre los estados de Puebla, Morelos y Estado de México, está activo desde 1994 y por los 25 millones de personas que habitan a menos de 100 km de su cráter es uno de los volcanes más peligrosos del mundo.

Aunque la alerta "Amarillo Fase 3" que decretó recientemente el gobierno mexicano no implica una evacuación inmediata, los habitantes de San Nicolás de los Ranchos, al igual que los de otros poblados cercanos al coloso, están conscientes del riesgo que implica tener de vecino al volcán.

Ciro López, un tendero de 64 años, reconoce que hay miedo en el poblado.

“La verdad se siente una presión muy fuerte para la comunidad y todos los que estamos aquí, pero tenemos que aguantar porque hasta que las autoridades nos den una orden de evacuación entonces tendremos que obedecer”, dice.

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