Unas 250.000 personas presentaron sus respetos ante el féretro del papa Francisco durante los tres días de capilla ardiente en la basílica de San Pedro, que terminaron este viernes previo al funeral de este sábado.
El féretro del primer papa latinoamericano fue cerrado en una ceremonia privada encabezada por el cardenal camarlengo, Kevin Farrell: tapó su rostro con un velo de seda blanca, le roció agua bendita y depositó una bolsa con monedas y medallas acuñadas durante su pontificado.
Leyó igualmente el Rogito, una especie de obituario oficial que también se deposita en el ataúd dentro de un tubo metálico. “Fue un pastor simple y muy amado”, reza el de Francisco.
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Su rostro nunca más será visto. Los últimos que lo vieron fueron los 250.000 fieles que asistieron a San Pedro entre miércoles y viernes, en jornadas que llegaron a prolongarse hasta bien entrada la madrugada.
La capilla ardiente de su predecesor Benedicto XVI congregó a 195.000 personas en 2022.
“Él hubiera querido vernos así, alegres”, dijo Mónica Penagos, una colombiana de 61 años residenciada en Italia. “La verdad es que lo lloré mucho, era mi viejito hermoso, era nuestro papa, el papa de los migrantes”.
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“Un poco huérfanos”
El papa que llegó “del fin del mundo” encabezó la Iglesia católica desde 2013 con un pontificado reformista, que le valió críticas del sector más conservador.
El Vaticano descartó por ahora anunciar la fecha del cónclave que elegirá al próximo líder espiritual de 1.400 millones de católicos en el mundo.
“Nos sentimos muy pequeños. Debemos tomar decisiones para toda la Iglesia, recen por nosotros”, dijo el cardenal luxemburgués Jean-Claude Hollerich. El jesuita dijo afrontar la elección “con una cierta aprensión” pero también con “gran esperanza”.
El cónclave debe celebrarse en la emblemática Capilla Sixtina en un plazo de entre 15 y 20 días tras la muerte del sumo pontífice, o antes si los cardenales lo deciden.
Más de dos tercios de los 135 purpurados que podrán votar fueron nombrados por el difunto papa.