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Exhiben en Ucrania trofeos de guerra arrebatados a los rusos

En Kiev, la capital ucraniana, una exposición de trofeos de guerra está generando reacciones encontradas entre la población, dividida entre la alegría, el orgullo, la indiferencia y la precaución.

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En Kiev, la capital ucraniana, una exposición de trofeos de guerra está generando reacciones encontradas entre la población, dividida entre la alegría, el orgullo, la indiferencia y la precaución.

Afuera del Museo Nacional de Historia de Ucrania se alinean trozos de chatarra rusa que contrastan con el canto de los pájaros y los árboles en flor que bordean esta tranquila avenida en el corazón del barrio gubernamental de Kiev.

Para Valeri Stavichenko, veterano del Ejército Rojo de 71 años, la exhibición de los trofeos de guerra sustraídos al ejército ruso es algo bueno.

“Me hace feliz”, dice, con una sonrisa después de inspeccionar el ala de un avión de combate ruso derribado.

“Cuantos más vehículos enemigos destruyamos, más cerca estaremos de la victoria”, dice.

El proyecto es obra de otro veterano ucraniano, Pavlo Netessov, que espera dar visibilidad a la guerra en una zona de la capital ucraniana que quedó prácticamente intacta en los combates de febrero y marzo, cuando los rusos estaban a las puertas de la ciudad.

“Quiero que la gente, a través de estos objetos, comprenda esta guerra tal y como está sucediendo”, dijo.

Durante varias semanas, Netessov fue testigo de primera mano del conflicto como combatiente voluntario en las afueras de Kiev, donde ayudó a hacer retroceder al ejército ruso mientras acumulaba trofeos de guerra.

Amante de los objetos de colección, ya llevaba varios años decorando su despacho con objetos de todo tipo, incluidas lámparas hechas con granadas de mortero.

Para él, conservar los recuerdos del costo del conflicto será vital para Ucrania y su desarrollo como nación.

“Es normal que se exhiban trofeos de guerra. No se trata de presumir”, dice. “Lo más importante es mostrar que realmente ocurrió”.

Pero entre los curiosos que pasean por el barrio las reacciones varían entre alegría y orgullo, pero también hay desinterés. Algunos se hacen selfis, otros pasan de largo sin poner atención.

Para Inna Gopaitsa, una abogada de 28 años, “es realmente doloroso y difícil” ver todos estos objetos expuestos, dice con un nudo en la garganta, aunque admite “la utilidad” de esta iniciativa.

Pero su marido cree que “primero tenemos que ganar” y derrotar a los rusos, que todavía están presentes en gran medida en el este y el sur del país. “Sólo entonces podremos decidir qué hacer con todo ello”, dijo.

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