Carlos Gurrola Arguijo, conocido como “Papayita”, un trabajador de limpieza de 47 años en Torreón, Coahuila, México, murió tras haber ingerido desengrasante que, de acuerdo con sus familiares, fue colocado en su botella de electrolitos por compañeros como parte de burlas constantes.
El caso ha generado indignación y exigencias de justicia, así lo confirmaron varios medios internacionales.
Acoso laboral, la sombra detrás de la tragedia
La familia de Carlos denunció que él vivía un ambiente de acoso persistente en su trabajo: le robaban su comida, escondían su celular, dañaban su bicicleta e incluso lo relegaban socialmente. Esos comportamientos, conocidos como bullying laboral, se intensificaron hasta que ocurrió el incidente fatal.
El 30 de agosto, tras regresar del tiempo de comida, Gurrola tomó su botella de electrolitos alrededor de las 3:30 p.m.. Notó un sabor extraño y desechó parte de la bebida, pero ya había consumido una cantidad que, según sus síntomas, causó daño severo. Posteriormente empezó a sentirse mal.
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Atención médica tardía y complicaciones
Su familia contó a medios locales que no recibió atención inmediata por parte de la empresa en la que trabajaba. Se trasladó por sus propios medios a la Cruz Roja y luego al IMSS (es como la Caja de México), donde quedó en estado crítico. Permaneció hospitalizado en la Clínica 71 del IMSS en Torreón hasta su muerte, ocurrida el 18 de septiembre de 2025.
Investigación y exigencia de justicia
La Fiscalía General del Estado de Coahuila abrió una carpeta de investigación. Se han solicitado grabaciones de video de la empresa, entrevistas a los compañeros de trabajo, y testimonio de personas que estaban presentes cuando sucedió el hecho.
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El envase de la bebida fue tirado por una compañera del hombre, lo que impidió conservar una pieza clave de evidencia. La madre de Carlos ha enfatizado la necesidad de esclarecer responsabilidades y garantizar que el caso no quede impune.
El caso de Papayita ha generado una fuerte reacción ciudadana. Amigos, vecinos y usuarios de redes sociales reaccionan con dolor y rechazo ante la idea de que una “broma” haya cobrado una vida humana.