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Fiestas de jóvenes impulsan escalada del coronavirus en Florida

Encuentran mil maneras de esquivar las restricciones para reunirse y salir de pachanga

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Están ansiosos por pasar un buen rato tras meses de confinamiento y que se vaya al demonio el coronavirus: los jóvenes están impulsando así una peligrosa escalada de infecciones de COVID-19 en Florida.

Desafiantes y sintiéndose inmortales, encuentran mil maneras de esquivar las restricciones para reunirse y salir de pachanga.

Según puede verse en las historias de Instagram, hay fiestas en las playas, en las piscinas, en yates privados y de alquiler, sobre todo en el sur de Florida, donde los bares y discotecas todavía están cerrados.

También se pueden alquilar autobuses para organizar despedidas de solteros donde los fiesteros beben cerveza, bailan reguetón y, eventualmente, propagan el virus mientras circulan por Miami.

Florida transcurrió los meses de marzo a mayo en relativa calma, pero los números se dispararon en junio, cuando este estado de Estados Unidos reabrió su economía y comenzó a recibir turistas de todo el país.

En Ocean Drive, el epicentro de la fiesta en Miami y un imán para el turismo mundial, visitantes de Missouri, Texas, Georgia y otras partes del país recorren el paseo marítimo.

Al filo de la medianoche, Mike Olivera, un visitante de Nueva York, se sienta junto a un amigo en un muro que bordea la playa para tomar un vodka a escondidas. Se quedan mirando la saludable humanidad que los rodea.

Y así de preocupado está por la pandemia y la distancia social: "Yo quería acostarme con alguien", dice, al responder por qué vino a Miami. Se ríe y luego explica: está harto de las estrictas restricciones de Nueva York.

"Quería un descanso y poder hacer cosas, conocer gente agradable y pasar el rato...", cuenta el joven a la AFP.

Así es como casi todos los días desde las últimas dos semanas Florida registra números récord de nuevos casos, cerca de 9.000 este viernes, casi el doble de lo que había registrado en los máximos del miércoles y jueves, a medida que las tasas de infección aumentan de manera siniestra en el sur y el oeste del país.

El lunes, Florida superó el umbral de los 100.000 casos y la edad promedio de contagiados es ahora 33 años, una caída pronunciada respecto del promedio de 65 hace dos meses.

El gobernador de Florida, Ron DeSantis, dijo esta semana que hay una "verdadera explosión de nuevos casos entre la juventud" y advirtió que los locales que irrespeten las reglas de distanciamiento social perderán sus licencias de alcohol.

Este viernes, el republicano fue un paso más allá y prohibió "con efecto inmediato" la venta de alcohol en los bares de todo el estado.

En estos establecimientos, los camareros llevan las mascarillas mojadas de sudor por atender al público al aire libre con 40 grados y con guantes de plástico.

Aún así, algunos han sido clausurados o cierran voluntariamente para controlar una situación que se les escapa como arena entre los dedos a las autoridades, que buscan a toda costa salvar una economía dependiente del turismo.

A personas como Olivera no les preocupa el virus.

"No creo que me vaya a afectar a mí. Tengo 25 años. Yo soy del Bronx. ¡Si sobreviví a eso, puedo sobrevivir a Miami!", dice, brindando exaltado.

Pero Annalisa Torres, una analista de datos de 22 años que se acaba de graduar de la Universidad de Florida, está frustrada de ver este comportamiento entre sus pares.

"La manera como actuamos en la pandemia no nos afectan sólo a nosotros, sino a la gente que nos rodea", dice a la AFP desde el confinamiento de su casa en Miami.

"Yo vivo con mis padres y mi hermano menor. Me quedo en casa no por mí, sino por ellos", añade la joven, quien admite que le "encantaría" ver a sus amigos "y actuar como si la vida fuera normal", pero no a riesgo de poner en peligro a los demás.

El gobernador insiste que la mayoría de los casos son asintomáticos o tienen síntomas leves y que no son un peso para el sistema hospitalario, si bien ya están sonando alarmas en ese sentido.

El problema es que los jóvenes se sienten inmortales cuando se divulga que son menos vulnerables al coronavirus, estima la epidemióloga Mary Jo Trepka, de la Universidad Internacional de Florida.

Que tienen menos probabilidades de enfermarse "es muy cierto", dice la experta a la AFP, "pero cuando sean muchos los jóvenes que estén enfermos, habrá algunos que se enfermarán mucho y terminarán hospitalizados. Y ya estamos viendo eso".

Por otra parte, en el sur de Florida hay numerosos hogares hispanos donde conviven varias generaciones: los abuelitos, los padres y los nietos.

Y Trepka cree que es muy probable que muchos de estos jóvenes que se sienten invencibles “tengan contacto con personas mayores y más vulnerables” en sus casas.

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