Internacionales

Grandes ciudades se ponen cada día más verdes

Proyectos de todo tipo tratan de acercar la naturaleza a quienes viven en medio de mucho concreto

EscucharEscuchar

En las azoteas de Nueva York o en los edificios de Milán, en el suelo en el desierto de Riad o en las calles de Medellín, los jardines y los huertos se han multiplicado en las grandes ciudades.

Actualmente, todo el mundo está de acuerdo en acercar la naturaleza a la ciudad, donde se genera el 70% de los gases de efecto invernadero, las olas de calor se multiplican desde Moscú a Vancouver y las alertas de contaminación se repiten desde París a Nueva Delhi.

Independientemente del ritmo de la reducción de las emisiones de gases, el impacto devastador del calentamiento en la naturaleza y los seres vivos se va a acelerar y hacerse dolorosamente palpable mucho antes de 2050, según un proyecto de informe de los expertos del clima de la ONU del IPCC, recientemente obtenido por la AFP.

En un impulso mundial, urbanistas, arquitectos y paisajistas, empujados por una ciudadanía en busca de bienestar y por políticos en busca de votos, multiplican los proyectos, desde simples maceteros con flores en las aceras a jardines verticales o huertos en las azoteas.

El crecimiento de la vegetación en las ciudades es una idea bastante nueva, subrayan los expertos. Aquí algunos de los ejemplos más notables.

Un jardín del futuro en Singapur

Árboles gigantes de cemento con vegetación, jardín fabuloso y montaña bajo invernadero: los “Jardines de la Bahía” son el emblema de Singapur.

Sus impresionantes 18 “superárboles”, recubiertos de vegetación, llegan a medir entre 25 y 50 metros de altura y tienen paneles solares en lo alto que los alumbran en la noche, y le dan el aspecto de platillos voladores.

Bajo sus inmensos invernaderos construidos con acero y vidrio, la “cúpula de flores” alberga un jardín botánico con decenas de miles de especies de plantas raras de los cinco continentes, y el “bosque nuboso” tiene una montaña artificial con cascada y plantas que crecen habitualmente a alturas mayores.

Todo muy lindo, pero los expertos dudan.

“¿Por qué hacer árboles de cemento cuando se pueden tener reales?”, se pregunta Philippe Simay.

Huertas en los techos

En medio de los edificios, de las altas chimeneas, de una carretera de cuatro carriles más abajo y de la estatua de la Libertad a lo lejos, se cultivan rábanos o lechugas sobre un terreno enorme.

Estamos en uno de los mayores huertos del mundo en una azotea, en el noveno piso de un edificio de Sunset Park en Nueva York, en la Brooklyn Grange. Aquí se cultiva, se vende, se compra, se visita y se ayuda a los ciudadanos a “reencontrarse con la naturaleza”.

Con ello, se reduce el calor, se mejora la calidad del aire, se enriquece la biodiversidad --se pueden ver pajaritos picotear los granos y aves de presa como halcones de cola roja--, explican los fundadores del proyecto.

Lanzado hace una década, cubre actualmente tres grandes techos neoyorquinos de una superficie total de más de 22.000 m2 donde se cultivan más de 45 toneladas de productos orgánicos por año.

Cultivar en azotea no se hace de cualquier manera. “Hay un límite de peso sobre los techos como éste. Por eso solo hay 30 centímetros de tierra de profundidad, lo que permite que se puedan cultivar un montón de verduras pero implica regar el suelo de manera más frecuente porque se seca muy rápido”, explica Schantz.

Un bosque en pisos

Se trata de dos hectáreas de bosques en altura, 20.000 plantas y árboles repartidos en dos edificios en el centro del barrio milanés de Porta Nuova. Le llaman el “bosco verticale” (Bosque vertical).

Cerezos, manzanos, olivos... En cada balcón crecen decenas de plantas o árboles, elegidos y colocados en función de su resistencia al viento y sus preferencias en materia de luz o humedad.

Este proyecto “nació de mi obsesión por los árboles” y de una reflexión sobre “la forma en la que pueden convertirse en un componente esencial de la arquitectura”, explicaba en 2017 su arquitecto Stefano Boeri.

La idea era también construir un edificio que pudiese, “además de recibir la vida, contribuir a reducir la población de la ciudad”.

Se lo califica también de ostentoso, con apartamentos que pueden valen 17.500 dólares (15.000 euros) el metro cuadrado, “complicado” y “poco virtuoso”.

“Es una proeza técnica incuestionable con una función ecosistémica, una gran diversidad de árboles, plantas, insectos”, dice Philippe Simay. “Salvo que para sostener todo eso es necesario cemento y acero, con una implementación muy costosa --traer árboles, colocarlos con grúas--, un consumo de energía” importante, agrega.

Alimentos del techo al suelo

Parece una instalación de arte contemporáneo en versión futurista. En la oscuridad, en caja metálicas ordenadas desde el suelo hasta el techo, pequeños brotes verdes son iluminados por una luz violeta.

Se trata del “huerto vertical”, en el que crecen lechugas y otras hierbas al ritmo de 15 cosechas anuales únicamente con luz artificial. Son 7.000 m2 de estanterías de 10 metros de alto en 14 niveles iluminados por un total de 20.000 bombillos LED.

Las semillas son transportadas por robots que se mueven entre los senderos y se trabaja el jardín desde un montacargas. Ubicado en un depósito de Taastrup, en la zona industrial de Copenhague (Dinamarca), este huerto urbano fue inaugurado en diciembre por la empresa danesa Nordic Harvest.

“Demostramos que es posible desplazar una parte de la producción agrícola a las ciudades”, dice su presidente Anders Riemann. Los críticos dicen que no será el modelo del futuro.

Vida en el desierto

Hoy solo se ven brotes perdidos en medio de autopistas de varios carriles y tentaculares intersecciones viales. A lo lejos, las dunas. En el aire contaminación, polvo y calor.

Pero de aquí a 2030, el proyecto “Riad Verde” prevé plantar 7,5 millones de árboles --esencialmente acacias capaces de resistir al clima árido de la región-- y crear 3.000 parques urbanos para que la capital de Arabia Saudita sea más ecológica.

Es un proyecto de 11.000 millones de dólares que necesitará un millón de metros cúbicos de agua diarios, reciclados a través de un sistema de irrigación subterráneo que reutiliza aguas residuales.

“Los efectos directos contribuirán a reducir la temperatura normal en 1 o 2 grados Celsius”, asegura el responsable del proyecto, Abdelaziz al Moqbel.

Jean Haentjens se pregunta “quién irá a esos jardines cuando todo el mundo vive con aire acondicionado” en ese país.

Medellín lleno de verdor

Las calles de Medellín carecían de vegetación y estaban abrumadas por el calor y abandonadas a los desechos o a los drogadictos.

La alcaldía de la ciudad colombiana transformó 18 calles y 12 vías fluviales en 30 “corredores verdes” con árboles y flores, “conectados” en red a los espacios verdes ya existentes, parques públicos o jardines privados.

Una continuidad verde que permitió la segunda urbe de Colombia bajar la temperatura en 2 ºC, ayudar a purificar el aire, lograr la vuelta de abejas y pájaros, implicar a los ciudadanos y crear empleos de jardineros.

“Es uno de los mejores ejemplos, impulsado por una política que aumenta la biodiversidad con una dimensión social”, comenta Philippe Simay.

Jungla en la ciudad

Visto desde lo alto, parece un ramo de inmuebles de vegetación en medio de la ciudad de piedra y cemento.

Son ocho edificios con plantas en las terrazas de los apartamentos de un barrio residencial de Chengdu, capital de Sichuan, en el sudoeste de China. Un proyecto experimental bautizado “Jardín forestal de Qiyi” lanzado en 2018 y ubicado sobre una autopista con ocho carriles.

En algunas partes la gente vive allí como en una cabaña instalada en un árbol en medio de un bosque tropical.

“La calidad del aire “es buena cuando uno se despierta a la mañana y ver esos árboles llenos de vegetación nos hace bien a nosotros los ancianos”, afirma Lin Dengying, un residente.

En otras partes, la naturaleza parece haber recuperado lo suyo, y la jungla invadió los balcones, cubrió los muros y trepó de un piso a otro.

En setiembre del año pasado, el diario semioficial Global Times hablaba del escaso índice de ocupación de los 826 apartamentos, que según sus inquilinos se debería a la presencia de muchos mosquitos.

En beneficio de la transparencia y para evitar distorsiones del debate público por medios informáticos o aprovechando el anonimato, la sección de comentarios está reservada para nuestros suscriptores para comentar sobre el contenido de los artículos, no sobre los autores. El nombre completo y número de cédula del suscriptor aparecerá automáticamente con el comentario.