Samantha Mangilit, una artista de 29 años que vive en Orlando, Florida, nunca se imaginó que ser madre le iba a cambiar la vida por completo y que tendría una experiencia cercana con la muerte. Su historia la contó al diario ‘Daily Mail’ y muchos quedaron sorprendidos con lo que relató.
Esta joven, como cualquier otra madre, estaba feliz con la llegada de su primera hija. Tuvo un parto normal y sin complicaciones hace ocho meses, pero cuatro semanas después comenzó a presentar problemas.
En octubre del 2024, un mes después de dar la bienvenida a su pequeña bebé llamada Zuma, comenzó a sangrar demasiado, tanto así que perdió cuatro litros y los médicos tuvieron que actuar de manera inmediata para salvarle vida, mientras ella cerraba sus ojos y veía que todo se le volvía negro.
“Estaba silencioso y oscuro, y yo simplemente estaba en paz. No sentía nada, y en mi mente, sabía que me estaba muriendo, pero no tenía miedo. Sentía que me iba a dormir”, dijo Mangilit.
Aunque algunas personas que han tenido experiencias con la muerte han dicho que ven la luz al final del túnel o algún ser querido, en el caso de Samantha fue diferente, ya que ella no vio ninguna de estas cosas, pero sintió una paz que se apoderaba de ella.
Los médicos descubrieron que ella tenía un pseudoaneurisma, una acumulación de sangre fuera del vaso sanguíneo que daba la proximidad a su cesárea, y ellos consideraron que fue una hemorragia posparto tardía o sangrado excesivo después del parto.
Lo que nunca se imaginó Samantha es que esa hemorragia la llevó a pasar semanas en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), perdiéndose los primeros días de vida de su hija.
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Así fue como sintió que estaba perdiendo la vida
“Cuando me di cuenta de que estaba en la UCI y que mi hija no estaba conmigo, me entristecí muchísimo. Solo tenía cuatro semanas y nos necesitábamos mutuamente; todavía estábamos en la fase de ser mamá y bebé y estábamos creando un vínculo. Solo quería verla y abrazarla”, afirmó.
Su embarazo fue normal, no tuvo ninguna novedad, pero le realizaron una cesárea de emergencia cuando los médicos se dieron cuenta que el ritmo cardíaco de su bebé había bajado.
A pesar de que sufrió un sangrado leve después de la cirugía, se recuperó bien, pero a las cuatro semanas todo empeoró y jamás llegó a pensar que esa noche de aniversario con su esposo se iba a convertir en una pesadilla.
“Me desperté a las 5 de la mañana con una sensación húmeda y chorreante. Miré hacia abajo y estaba completamente cubierta de sangre. Mis pantalones cortos y piernas estaban empapados, y la sangre también había empapado mis sábanas, el cubrecolchón y el colchón”, manifestó.
Aunque sabía que anteriormente había sufrido una hemorragia no pensó que podría llegar a poner en riesgo su vida, tanto así que le tuvieron que administrar múltiples transfusiones de sangre.
“Al parecer, en algún momento, la hemorragia empeoró y empecé a desplomarme. Mi pulso bajó a 52, mi nivel de hemoglobina bajó a tres, trajeron una camilla de emergencia y supe que me estaba muriendo”, argumentó.
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Tuvo miedo de perder a su familia
Mientras estuvo despierta le gritó a su esposo en varias ocasiones que lo amaba y que cuidara de su hija, ya que en ese momento sintió que su vida se le escapaba. Los médicos hacían todo lo posible para salvarle la vida.
Cuando Samantha estaba inconsciente, los doctores la llevaron a cirugía y allí se dieron cuenta de que tenía una obstrucción y un vaso debilitado (un aneurisma) en la arteria uterina derecha, la cual era la que causaba el sangrado.
Está intervención duró cuatro horas y fue todo un éxito aunque debió pasar varias semanas en cuidados intensivos, y algo que le dolió mucho fue no estar con su hijas durante ese tiempo.
“Le pedí a mi esposo que la trajera a verme, pero decidimos juntos que no debía venir a la UCI con tantos gérmenes. Volver a casa fue la mejor sensación del mundo”, agregó.
La experiencia que vivió la dejó temerosa porque no sabe si puede llegar a sufrir los mismos problemas en un futuro embarazo, ya que no saben si pueden llegar a aparecer nuevos aneurismas.
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“Quiero tener más bebés y como mi caso es tan raro, realmente no tengo respuestas. ¿Podría volver a pasarme esto? Sí. ¿Podría ocurrirme en un futuro embarazo? Sí. ¿Este aneurisma se produjo durante mi embarazo? Nadie lo sabe”, argumentó.
Esto que le pasó le ha hecho ver la vida de una forma diferente y, aunque es consciente de que vivió la muerte de una manera diferente, hoy está feliz de estar nuevamente con su familia.
“Sé que es un cliché, pero esto me dio una nueva perspectiva de la vida. Me siento mucho más tranquila y las cosas ya no me preocupan tanto, porque sé lo que podría haber sido”, concluyó.