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La cuna de Hugo Chávez no se escapa a la crisis que vive el pueblo venezolano

Locales cerrados, falta de alimentos y medicinas o colapso de servicios básicos es el panorama diario en Sabaneta

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Calles casi desiertas y comercios cerrados rodean la enorme estatua de Hugo Chávez en Sabaneta de Barinas, Venezuela. Convertido por el gobierno en lugar de culto, el pueblo natal del fallecido expresidente no escapa a la demoledora crisis de ese país sudamericano.

A punto de cumplirse 20 años de la llegada al poder del líder socialista, incluso quienes lo recuerdan con admiración dicen que la vida allí es cada vez más dura.

“Si te cuento, lloras, mi negro. Acá en Sabaneta la cosa está tremenda”, dijo José Pacheco, de 42 años, desgranando lamentos: precios enloquecidos por la inflación, escasez de alimentos y medicinas, y el colapso de servicios como el gas y la electricidad.

Aunque evoca a Chávez como “un gran líder”, se siente abandonado en esta población de 28.000 habitantes.

“Me duele como sufre mi pueblo. Sufren las familias que no consiguen las cosas, y si las consiguen, un día tienen un precio, pero al otro día, otro precio”, agrega.

Pacheco trabaja en un lugar de lavado de autos, a un costado de la escultura de seis metros de altura donada por la petrolera Rosneft por encargo del presidente ruso, Vladimir Putin.

El monumento de bronce y granito muestra a Chávez de pie, con el puño izquierdo en alto, sobre un pedestal con escenas de su niñez.

Pero el rostro del exgobernante, quien murió de cáncer en 2013, aparece en decenas de coloridos murales que recuerdan episodios de su vida, como su fallido golpe de Estado de 1992 o el triunfo electoral de 1998.

También abundan los negocios cerrados, señal de la parálisis de un país con cinco años de recesión y una hiperinflación que se proyecta en 10.000.000% para 2019.

Aunque Pacheco llama a Nicolás Maduro "mi presidente" y evita criticarlo, el descontento es palpable.

Maduro, a quien Chávez pidió elegir si moría, iniciará el 10 de enero un segundo mandato de seis años, tras su reelección en votaciones tildadas de fraudulentas por la oposición y desconocidas por Estados Unidos, la Unión Europea y varios países de América Latina.

"Yo voté 16 veces por Chávez y por el chavismo, pero no voto más por esta gente. No hay comida, no hay gas, no hay luz", se quejó Nelson Zapata, agricultor de 42 años.

Las protestas son frecuentes, especialmente por la falta de gas.

La escultura de Chávez fue atacada en marzo con piedras y materiales inflamables. Aún se ven fracturas en la placa que lo recuerda como "hijo ilustre".

Tras la muerte del mandatario, el gobierno promueve el culto a su personalidad e intenta posicionar a Sabaneta como el altar del “comandante eterno”.

Sitios como la casa de la abuela Rosinés, donde Chávez nació el 28 de julio de 1954, son marcados con carteles en la "Ruta de la Conciencia". La vivienda dio paso al preescolar "Mamá Rosa", como el político y militar le decía a la mujer.

El recorrido incluye la casa donde creció, su escuela o un antiguo árbol bajo el cual acampó Simón Bolívar. Frente a ese sitio, Chávez inició la campaña de su última elección.

La familia del exmandatario hace mucho que abandonó Sabaneta. Sus críticos aseguran que poseen extensas fincas ganaderas en Barinas.

Además de la estatua, la petrolera Rosneft financió varias obras en Sabaneta.

Una es el gimnasio “Comandante Supremo Hugo Rafael Chávez Frías”, donde cuelgan dos gigantescas banderas de Venezuela y Rusia entrelazadas y fotografías de Maduro, Chávez y Putin.

Pero la vida no para de deteriorarse, lamenta Carmen Castellanos, educadora de 35 años. Su esposo es uno de los 2,3 millones de venezolanos que según la ONU migraron desde 2015 por los estragos de la crisis. El dinero que le envía desde Perú "no ayuda mucho".

Frente a ella está estacionado un autobús acondicionado como café: “El Arañero de Sabaneta”, referencia a una anécdota según la cual Chávez de pequeño vendía dulces que hacía su abuela, llamados “arañas”. El bus también estaba cerrado.

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