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PapaFrancisco teme guerra nuclear

Pontífice en picante visita a Chile

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Roma y Santiago

AFP

El papa Francisco llega a Chile, donde los abusos sexuales cometidos por decenas de sacerdotes debilitan la imagen de la Iglesia católica, expresando, además, su temor de que “un incidente” desencadene una guerra nuclear.

“Sí, realmente tengo miedo. Estamos al límite. Basta un incidente para desencadenar la guerra. No se puede correr el riesgo de que la situación precipite. Por lo tanto es preciso destruir las armas nucleares”, en su gira que incluye también Perú.

Francisco comentó de esta forma las razones por las que distribuyó a los 70 periodistas que lo acompañan una foto tomada en Nagasaki tras la explosión en 1945 de la bomba atómica con la leyenda “fruto de la guerra”.

Es la misma desgarradora foto que la oficina de prensa del Vaticano publicó pocas horas antes de terminar el año 2017, en la que se ve a un niño que espera en fila su turno con el cuerpo de su hermano a cuestas para que lo cremen tras morir por la bomba.

Además del tema de la guerra, otro elemento en esta visita a Chile es que siempre se supo que iba a ser tensa, pero ha encontrado un nivel de oposición sin precedentes con varios ataques incendiarios contra iglesias católicas antes de su llegada el lunes y protestas de chilenos hartos de abusos sexuales de sacerdotes y de maniobras para ocultar los casos.

Francisco llegó a un país donde el 60% de la gente se declara católica, pero la Iglesia ha perdido la influencia y autoridad moral de las que disfrutó debido a escándalos sexuales, y a un clero desconectado de la realidad.

El papa intentará revertir esa tendencia durante su visita de tres días, cuyo programa se inicia este martes. Después hará un viaje de otros tres días a la vecina Perú.

En Chile tiene previstos encuentros con migrantes, indígenas mapuche y víctimas de la dictadura militar entre 1973 y 1990. Está por ver si recibirá a sobrevivientes de abusos sexuales. No hay una reunión agendada, aunque esos encuentros no suelen anunciarse con antelación.

La iglesia chilena se ganó un respeto generalizado durante el régimen del general Augusto Pinochet porque habló contra las violaciones de derechos humanos del Ejército, pero empezó a perder prestigio en 2010 cuando las víctimas de un carismático sacerdote con contactos políticos hicieron públicas sus acusaciones de que las había besado y manoseado.

Los líderes locales de la Iglesia habían ignorado durante años las quejas contra el reverendo Fernando Karadima, pero se vieron obligadas a abrir una investigación oficial después de que las víctimas hicieran públicas sus denuncias y la fiscalía chilena abriera una pesquisa.

El Vaticano condenó en el 2011 a Karadima a una vida de “penitencia y oración” por sus crímenes, pero la cúpula de la Iglesia no ha recuperado la confianza de los chilenos tras haber ocultado los delitos de Karadima durante tanto tiempo.

El desencanto de los chilenos ha afectado incluso a su opinión sobre el papa. Un sondeo reciente de Latinobarómetro, una respetada encuestadora regional, concluyó que Chile es el país con menos aprecio por el primer papa latinoamericano de la historia, en comparación con otros 18 países de América Central y del Sur. Incluso entre los chilenos católicos, solo el 42% aprueba el trabajo del pontífice.

“El grave error de la Iglesia católica en el caso Karadima no fue que el caso existiera, algo que la Iglesia no podía evitar porque ocurrió, sino la forma en la que reaccionó la Iglesia” , indicó Marta Lagos, de Latinobarómetro. “Los líderes de la iglesia chilena confiaban en que el Vaticano diera su veredicto... no querían ser ellos los que acusaran a Karadima. Por el contrario, en cierto modo hubo una tapadera y una ocultación del caso” .

Francisco, que ha insistido en que tiene “tolerancia cero” para los abusos, reabrió las heridas del escándalo en 2015 cuando nombró obispo a uno de los protegidos de Karadima. Las víctimas dicen que el obispo Juan Barros conocía los abusos pero no hizo nada, una acusación que Barros rechaza.

Por otro lado, un puñado de iglesias de la capital chilena han sufrido actos vandálicos, entre advertencias de los agresores de que Francisco sería su siguiente blanco. Nunca antes se había registrado semejante violencia y oposición antes de una visita al extranjero de Francisco.


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