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“Pulgas marinas” serían causantes de graves heridas en piernas de joven

Expertos asegurán que nunca habían visto nada igual

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Luego de que una visita a la playa fuera la peor película de terror para Sam Kanizay, un joven de 16 años al que criaturas que la prensa llamó “piojos de mar” le comieran las piernas, varias personas realizaron una investigación para determinar qué eran esos animalitos. Incluso, hasta su tata se tomó la tarea de investigar.

Para calmar los dolores de sus músculos luego de un partido de fútbol, Sam metió las piernas en una playa el sábado pasado.

Según el Washington Post, al salir el joven tenía múltiples dolores y el chorro de sangre no paraba, por lo que su familia lo llevó al hospital.

Descubrieron miles de diminutas picaduras, como si se hubiera pinchado varias veces con un alfiler.

Jarrod Kanizay, papá del joven se puso dos trajes de neopreno y se fue donde su hijo se había empapado los pies: usó carne cruda para atraer a las plagas desconocidas en una red de piscina. Recogió miles de bichitos, cada uno de aproximadamente 2 milímetros de largo, de acuerdo con el Post.

Genefor Walker-Smith, biólogo marino, revisó las muestras que recogió Kanizay y aseguró que los posibles culpables eran anfípodos lysianassid, un tipo de crustáceo limpiador.

“A los anfípodos se les llama a veces ‘pulgas de mar’. Los informes de los medios han descrito a los atacantes como ’piojos del mar’, pero ese término usualmente se usa para referirse a isópodos, un grupo diferente de crustáceos”, dijo al Post.

Las “pulgas de mar” no tienen propiedades venenosas, por lo que el daño no va durar para siempre. Sam se recuperará pronto, según el medio.

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Un profesor asociado en la Escuela de Biología de la Universidad de Monash en Australia, llamado Richard Reina, también se refirió al tema por medio de Facebook:

“No hay ninguna herida abierta por lo que sé, pero sucedió porque él permaneció inmóvil en el agua por mucho tiempo”, escribió Reina, quien dijo que Sam no se daba cuenta de que las criaturas estaban masticando sus pies y piernas.

“Es un poco como si hubieras permitido que cientos de mosquitos se alimentaran de tu brazo por media hora; también tendrías una reacción extrema, pero no es algo que la gente suele hacer”, escribió Reina.


Francesca Chinchilla

Francesca Chinchilla

Bachiller en periodismo de la Universidad Latina.

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