El excapo de la droga Gilberto Rodríguez Orejuela, quien llegó a ser considerado el mayor narcotraficante del mundo tras la muerte de Pablo Escobar, murió este martes en una cárcel de Estados Unidos, a los 83 años.
“Lamentamos el fallecimiento de Gilberto ayer por la noche”, afirmó el abogado David Oscar Markus a través de un correo electrónico, en el que no precisa la causa del deceso. Según familiares, él habría sufrido un infarto hace algún tiempo y luchaba contra un cáncer.
Hasta su captura, en 1995, “el Ajedrecista” lideró el poderoso Cartel de Cali junto a su hermano Miguel, de 78 años, también detenido en una prisión gringa
Washington llegó a considerarlo como el narcotraficante más poderoso del mundo después de la muerte de Pablo Escobar, su acérrimo enemigo y jefe del cartel de Medellín, quien murió a balazos por la Policía en 1993.
Fue capturado en 1995 y condenado a 15 años de prisión por narcotráfico, de los cuales estuvo preso solo siete años y tres meses. Recuperó la libertad en 2002, pero volvió a ser detenido en Cali en 2003, acusado del envío 150 kilos de cocaína a la ciudad estadounidense de Tampa, en Florida.
Un año después fue extraditado a Estados Unidos y condenado a 30 años de prisión por narcotráfico y lavado de dinero.
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El Cartel de Cali, que según Estados Unidos llegó a controlar el 80% de los envíos de cocaína a ese país, fue desmantelado a mediados de la década de 1990.
Colombia es el mayor productor mundial de cocaína.
Fachada de empresario
El Ajedrecista nació en Mariquita, Tolima, el 30 de enero de 1939, y estuvo rodeado de sospechas y acusaciones durante su época de “empresario” exitoso.
La DEA lo vinculó desde 1976 con actividades de narcotráfico luego de confiscar 290 kilos de pasta de coca que salía de Perú a Colombia y que, según esa agencia, era parte de una operación financiada por Rodríguez Orejuela, junto a su hermano Miguel.
En septiembre de 1978 se descubrió una red de distribución de cocaína en Queens, Nueva York, que según los informantes era controlada por Rodríguez Orejuela y a través de la cual se importaron varias toneladas de drogas a ese país.
Como fachada, Gilberto simulaba ser un exitoso empresario con varios negocios legales como cadenas de farmacias, emisoras radiales, inversiones en equipos de fútbol y hasta en la industria automotriz, todos esos terminaron con serias implicaciones legales por su relación con la exportación de drogas.
Los Rodríguez Orejuela fundaron el cartel de Cali junto a José Santacruz y luego, con la unión de Hélmer Herrera, crearon una estructura de producción y envío de drogas hacia Centroamérica y Estados Unidos.
A finales de los años 80, la buena relación que había sostenido con el cartel de Medellín, comandado por Pablo Escobar, se resquebrajó y terminó en una cruenta guerra entre ambas organizaciones criminales, incluyendo atentados con carros bomba.
La pelea se dio por las decisiones de Escobar de asesinar a altos funcionarios del Estado para generar terror frente a la posibilidad de extraditar presos colombianos a suelo norteamericano.
Los días finales de Gilberto Rodríguez Orejuela transcurrieron en una cárcel de Carolina del Norte en Estados Unidos, donde finalmente falleció esperando un traslado humanitario a Colombia, a donde quería ir a morir.