Internacionales

Recuperado el nieto 114. Militares hicieron fiesta robando bebés

Valientes abuelas cumplen 40 años de lucha

EscucharEscuchar

Olavarría, Argentina

AFP

Ignacio Montoya Carlotto, nieto de Estela de Carlotto, Presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, se convirtió en un destacado pianista./AFP (JUAN MABROMATA)

Las Abuelas de Plaza de Mayo cumplen este domingo 40 años y no bajan la guardia tras haber identificado a 124 niños robados por la dictadura argentina, entre ellos Ignacio Montoya Carlotto: “Guido”, uno de los símbolos de su lucha.

“Las abuelas fueron víctimas de una violencia enorme que hubo en Argentina (durante la violenta dictadura militar 1976-1983), que salieron a buscar a los elementos perdidos de su familia. Fue terrible, encarcelar a los oponentes a la dictadura -hayan hecho lo que hubieran hecho- y regalar a sus hijos, entregarlos en adopciones ilegales. Sin su lucha, nunca hubiéramos sabido la verdad”, se congratula el nieto “recuperado” número 114.

Estas mujeres que tienen hoy 80 o más años de edad, han perdido a su hijo o hija, secuestrados por ser opositores al régimen militar, y a bebés -sus nietos- que debían nacer unos meses más tarde. Las Abuelas estiman que unos 400 niños fueron robados y apropiados (adoptados ilegalmente) por gente próxima a la dictadura.

Se llamó Ignacio Hurban durante 36 años, antes de que Argentina descubriera la existencia de “Guido”, el nombre que su madre le había puesto antes de morir en las cárceles de la junta militar.

Este pianista y amante del jazz, nacido en Olavarría, una pequeña ciudad en la pampa húmeda argentina, fue violentamente llevado a las primeras páginas el 5 de agosto de 2014: la emblemática presidenta de las Abuelas, Estela de Carlotto, acababa de encontrar a su nieto.

Ese día, Carlotto irradiaba felicidad. Ignacio Hurban, de repente era bombardeado con el nombre “Guido” y aparecía sonriente y espontáneo frente a las cámaras de televisión del mundo entero. Un cuento de hadas en pleno invierno austral.

En una entrevista con la AFP, confiesa que -sin embargo- no ha sido tan simple vivir esa historia.

“Me buscaron durante 36 años, pensando en esa ausencia. Para mí y los otros nietos recuperados, es diferente. Hay menos expectativas. Para el que es buscado, la historia empieza el día que lo encuentran. Ahí empieza el shock”, destaca.

También afirma que “hubo cosas fantásticas atrás de ese encuentro”, tras el que construyó una fuerte relación con las familias Montoya y Carlotto.

“Para mí, fue como un gran accidente, con un antes y un después, un golpazo”, agrega.

Este es su agridulce recuerdo: “Fue una gran alegría social. Fue un accidente del cual hay que reponerse. Es una tragedia. Hubo que repensar la relación con mis padres adoptivos”.

El pianista de 39 años eligió, no obstante, no cambiar nada de su existencia y proseguir su “vida apacible y tranquila” en Olavarría, con su esposa Celeste, que daría a luz en el 2016 a su primera hija, Lola. También sigue viendo a sus padres adoptivos.

Y a finales de octubre emprenderá una gira de conciertos que lo llevará a Estados Unidos, Barcelona, Roma y París. Su notoriedad impulsó su carrera artística.

Desde que es padre, dice que entiende mejor el sentimiento que empujó a las Madres y a las Abuelas a arriesgar sus propias vidas manifestando frente a la Casa Rosada (de gobierno) en Buenos Aires, en plena dictadura/AFP (JUAN MABROMATA)

Desde que es padre, dice que entiende mejor el sentimiento que empujó a las Madres y a las Abuelas a arriesgar sus propias vidas manifestando frente a la Casa Rosada (de gobierno) en Buenos Aires, en plena dictadura.

Los 124 nietos identificados han reaccionado de distinta manera. “Muchos han hecho un corte en su vida, otros continuaron, algunos militan, otros no”, asegura.

Tres nietos se han lanzado a la política y se convirtieron en diputados, otra es candidata.

Ignacio no podía pensar en cambiar de nombre. Con una sonrisa, pero firmemente, rechazó el que le otorgaron los argentinos. “Guido es un personaje, una construcción colectiva”, analiza.

“De repente, la gente deja de hablarte por tu nombre y te empieza a hablar por un nombre que nunca habías registrado. Es violento. Ignacio es el nombre sobre el cual hice la construcción de mi identidad”, cuenta.

Su abuela célebre lo llama “Pacho”, el sobrenombre que le pusieron sus amigos. Él aprendió a decirle abuela.

En cambio, sí aceptó recuperar los apellidos de su padre (Montoya) y de su madre (Carlotto).

”¿Qué va a pasar con esa lucha cuando no estén las Abuelas? Supongo que seguirá. Es difícil de imaginar el mundo de las Abuelas sin las Abuelas, ya han muerto muchas. Y muchas han fallecido sin conocer a su nieto o a su nieta”, sostiene.

Pero “la lucha de las Abuelas seguirá. Para cada nieto hay una herida que se tiene que cerrar”, asegura.


En beneficio de la transparencia y para evitar distorsiones del debate público por medios informáticos o aprovechando el anonimato, la sección de comentarios está reservada para nuestros suscriptores para comentar sobre el contenido de los artículos, no sobre los autores. El nombre completo y número de cédula del suscriptor aparecerá automáticamente con el comentario.