A los 21 años, Kamila Cardoso tenía lo que muchas jóvenes soñaban: una corona, portadas de revistas, pasarelas y un futuro prometedor en el mundo del modelaje. Pero en el momento más alto de su carrera, renunció a todo para seguir una vocación espiritual.
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Hoy, Kamila ya no desfila ni posa para cámaras. Ahora se llama Hermana Eva y recorre humildemente las calles de una favela en Brasil, tocando puertas y vendiendo llaveros para construir el convento donde vive junto a otras religiosas.
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Su historia, que rápidamente se volvió viral en redes sociales, ha inspirado a miles de personas dentro y fuera de América Latina. Desde México hasta Argentina, pasando por Colombia y Centroamérica, muchos jóvenes han compartido el video en el que se ve a Eva caminar con una sonrisa luminosa, ofreciendo su ayuda sin pedir nada a cambio.
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“Ser modelo ya no me llenaba el corazón. Ser la esposa de Jesús es una de las vocaciones más hermosas”, confesó.
La transformación ocurrió tras un momento de fuerte conexión espiritual durante una misa. Eva cuenta que estaba rezando el rosario cuando la presencia de una monja la impactó de tal forma que entendió que ese era el camino que debía seguir.
Hoy forma parte de la Congregación Sancta Dei Genitrix, una comunidad religiosa independiente que trabaja en la zona de Sol Nascente, considerada la favela horizontal más grande de Latinoamérica. Su labor no se limita a lo espiritual: también acompaña a familias en situación vulnerable, ofreciendo ayuda concreta y contención.
Lejos de campañas institucionales o redes millonarias, la Hermana Eva apuesta por el contacto humano. Con humildad y determinación, ella y sus compañeras recorren casa por casa, vendiendo llaveros que representan simbólicamente un ladrillo para su futuro convento.
Su historia no es solo la de una joven que cambió las luces del espectáculo por el hábito. Es también un mensaje claro: todavía hay jóvenes dispuestos a escuchar su corazón, aunque eso signifique ir contra todo lo que el mundo espera de ellos.