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¿Tienen los hombres los días contados por la desaparición del cromosoma Y?

Las teorías de una bióloga australiana hablan que dentro de millones de años habrá muchas especies “humanoides”

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Dentro de 6 millones de años, en un futuro que se ve muy lejano, entrar a un club nocturno o a una discoteca se parecerá más a una escena de La Guerra de las Galaxias o de Viaje a las Estrellas que a cualquier otra experiencia de la actualidad.

En la barra y en la pista de baile convivirán diferentes y extrañas criaturas con características tanto de los humanos como de otras especies ‘humanoides’, similares a las que retratan George Lucas y Gene Roddenberry en sus ya clásicas obras de ciencia ficción.

Aunque suena loco, ese escenario es posible si se cumplen las teorías de la bióloga australiana Janet Graves, quien asegura que el cromosoma Y, el principal determinante de la diferenciación sexual entre hombres y mujeres, está camino a desaparecer para dar inicio a un nuevo proceso de formación de especies, similar al que propició que el Homo sapiens conviviera con especies como el neandertal y el cromañón.

Graves ha encontrado en sus investigaciones que el cromosoma Y pasó de tener cerca de 1.700 genes a tan solo 45 en un periodo de 130 millones de años, razón suficiente para que la científica argumente la hipótesis de su pérdida inevitable en humanos.

El biólogo Juan Armando Sánchez, profesor titular de la Universidad de los Andes, explica que el cromosoma Y juega un papel fundamental dentro de la reproducción de humanos, pues no solo es el encargado de determinar el sexo de las personas a las pocas semanas del desarrollo embrionario, sino que cumple un rol esencial para la sobrevivencia de la humanidad como la conocemos.

“Todas las células de todos los seres vivos contienen ADN en su núcleo, el cual guarda la información genética para el desarrollo y la permanencia de las especies. Este ADN está compuesto por cromosomas que se organizan en pares. Los perros, por ejemplo, tienen un total de 38 pares de cromosomas, mientras que una especie tan cercana a los humanos como los chimpancés cuenta con 24 pares. Los humanos tenemos 23 pares, y nuestro sexo al nacer depende de la disposición del último par, conformado por dos cromosomas X en las mujeres y por un cromosoma X y uno Y en machos”, explicó el científico.

El problema, según Sánchez, es que el cromosoma Y es una versión degradada y atrofiada del X. “Es como la fotocopia borrosa de un sistema en desaparición”, dice.

Nuevas especies humanas

Graves ha estudiado los cromosomas que intervienen en la determinación del sexo en reptiles, aves y mamíferos, y ha encontrado que, contra lo que se pensaría, en los humanos, perder el cromosoma Y no significará la desaparición de los hombres, y menos la condena de la especie.

En cambio, se abriría un sin límite de posibilidades para determinar el sexo, y podrían aparecer muchas especies humanas, como las descritas en innumerables películas y libros de ficción. Un ejemplo clásico de este proceso de formación es el del señor Spock, el personaje de Viaje a las Estrellas, recordado por sus puntiagudas orejas y por ser hijo de una mujer humana y de un hombre de la raza vulcana, una subespecie humana.

Pero no hay que ir tan lejos para entender este proceso. La pérdida del cromosoma Y ya ha ocurrido en mamíferos como el topo y las ratas espinosas del Japón.

En algunos de esos especímenes, las partes importantes del cromosoma Y se incorporaron a otro cromosoma y en otros un gen mutó e inició la cadena de formación de los testículos.

“Predecir con precisión lo que pasará en el futuro es difícil, pues no sabemos siquiera si el hombre llegue a vivir 5 o 6 millones de años más. Pero, en caso de que el cromosoma Y desaparezca, es posible que la población se reduzca debido a una infertilidad generalizada y que poblaciones enteras no lleguen a dejar descendencia. Pero lo más probable es que empiecen a aparecer nuevas formas de determinar el sexo”, asevera Sánchez.

De acuerdo con él, las primeras poblaciones donde aparezcan nuevas formas de determinar el sexo crecerán rápidamente, pero es improbable que estos nuevos mecanismos sean compatibles entre poblaciones.

“Muchas especies humanas iniciarán rumbos independientes. En algunas poblaciones, quizás, las mujeres que conciban en el verano darán a luz hombres; o quienes lo hagan durante la luna llena tendrán a mujeres. No lo sabemos, solo sabemos que ya no dependerá de la herencia del cromosoma Y”, apunta Sánchez.

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