Narcisa Cortés y su esposo Jorge Antonio González, son parte del grupo de 30 familias que tuvieron que desalojar los ranchos en donde vivieron los últimos 20 años en el precario conocido como el Triángulo de la Solidaridad.
Estas familias se suman a las 8 que se tuvieron que ir en agosto y que sirven de recordatorio para las otras 30 que deberán abandonar estos terrenos en noviembre para dar paso a las obras de la construcción de la circunvalación norte.
Aunque el desalojo se hizo sin disturbios y con cierto orden, sus ojos reflejaban la preocupación de quienes no saben qué va a pasar con ellos una vez que se acaben los tres meses de alquiler que les prometió el Gobierno para que salieran por las buenas.
La preocupación de esta pareja radica en que tuvieron que pedirle a un vecino para que les cuide sus chunches mientras consiguen un lugar para alquilar, esto porque tuvieron una confusión con el dueño de la casa para donde iban con sus dos hijos, Josué y Bianca.
Al igual que ellos, decenas de personas vieron sus improvisados hogares reducidos a una montaña de latas que algunos recogieron para venderlos como chatarra.
“Estoy muy estresada porque estoy incapacitada por un problema en el pie y ahora sólo mi esposo está trabajando”, explicó Cortés, quien regularmente trabaja como cocinera y está casada con un obrero de construcción que llegó al país hace 30 años.
Mientras las familias sacaban todo lo que podían a un lado, al otro la maquinaria removía basura y empezaba a limpiar la zona donde construirán los accesos que conectarán la circunvalación norte con la ruta 32.
Esta historia se repetirá en el mes de noviembre cuando se desaloje al resto de personas que ocupan los terrenos que pertenecen al Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT).
Este terreno fue invadido en el año 2000 y desde el 2014 inició el plan para trasladar a todas las personas que conviven ahí.
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