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Abogada vivió terremoto de Limón minutos después de dar a luz

Sismo dejó 49 muertos y pérdidas al país por ¢22.000 millones

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El 22 de abril de 1991 es una fecha que miles recordamos.

A las 3:57 p.m. fue el poderoso terremoto de Limón, el más fuerte en la historia de Costa Rica desde que hay registros y cuyo epicentro fue en Valle de La Estrella.

Su magnitud fue de 7,7 grados en la escala de Richter y dejó pérdidas por ¢22.000 millones (unos ¢300.000 millones actuales).

Nadie de cuantos lo vivieron olvidan semejante socollón, que mató a 49 personas.

Para la abogada Eugenia Quesada, presidenta de la Fundación de Apoyo al Hombre (Fundiapho), se trata de una fecha agridulce. Está por un lado toda la destrucción que causó el terremoto y por otro, en el campo más personal, la llegada al mundo de un hijo.

Aquella tarde habían pasado a lo sumo cinco minutos de haber tenido a su hijo Diego Andrés Jiménez Quesada mediante una complicada cesárea, cuando empezó el temblor.

“Yo venía saliendo de la sala de operaciones en la clínica Santa Rita y me iban a subir al segundo piso y nos quedamos trabados en el ascensor durante el terremoto”, recordó la abogada.

Luego, cuando ya la pudieron dejar en la habitación, ella veía a los empleados judiciales (frente a la clínica, en San José) tirarse por los balcones del edificio.

“Mi hermana Dora Quesada bajó al área de neonatos y sacó al bebé recién nacido, no sé cómo no me lo mató y lo llevó alzado al patiecito que tenían en la clínica y ahí lo tuvo un largo rato. Pudo haber sido cualquier otra persona y me lo roba”, cuenta la abogada.

Durante la noche, mientras se sentían las réplicas, ella deseaba levantarse, pero como había tenido una cesárea no podía y suplicaba que le llevaran a su bebé por si había otro terremoto tenerlo a la par, pero le dijeron que no se podía.

“Ese día estaban ahí conmigo mi mamá, Dora Montero, mi ahora exesposo Alejandro Jiménez, mi hermana Dora y mi hijo mayor Alejandro, de cuatro años”, recordó.

Triste celebración

Agregó que fue un momento terrible, cada vez que Diego Andrés cumple años y se lo celebran, recuerdan la barbaridad y la tristeza de lo que pasaron. En parte por eso le pusieron “Terremotito”, porque era terrible chiquitillo.

“Fue un día terrible para nosotros, toda la gente que murió, pero gracias a Dios ahora es un hombresote de 1,86 metros y está sano”, dijo la orgullosa madre.

Todo lo que ocurrió después del poderoso terremoto no le permitió a la mamá saber con precisión a qué hora fue que nació Diego Andrés; ella solo recuerda que fue en la tarde y que al ratito sintió el meneón.

“Yo nada más vi el bebé que nació con mucho pelo y lo vi todo peinadito, se lo llevaron y como a los cinco minutos se vino el terremoto”, comentó.

Eugenia tiene tiene un álbum, hecho para Diego, con recortes de lo que pasó aquel día y su hermana siempre le dice que ella le salvó la vida porque si se hubiera caído el edificio, él estaba a salvo en el patiecito de la clínica. Ese acto valió para que la escogieran como madrina.

“Muchas veces fuimos a Limón y hasta fuimos a ver el hotel que se cayó y toda la destrucción, para que él viera la magnitud del evento que hubo el día que él nació. Uno estaba feliz por el nacimiento del bebé y horrorizado y triste por la gente que falleció y por todo el daño que hubo”, dijo con nostalgia doña Eugenia.

Y aunque su familia no se lo hubiese contado, en cualquier lado a donde va Diego y debe dar su fecha de nacimiento le dicen que nació el día del terremoto. Actualmente es asistente legal junto a su madre en Fundiapho y está terminando sus estudios de Derecho.

Cuando fue el terremoto, la familia vivía en el barrio Jiménez de Guadalupe, en Goicoechea.

Karen Fernández

Karen Fernández

Periodista con una licenciatura en Producción de Medios. Forma parte del equipo de Nuestro Tema y tengo experiencia en la cobertura de noticias de espectáculos, religiosos, salud, deportes y nacionales. Trabajo en Grupo Nacion desde el 2011.

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