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Águila anidó con éxito sobre la Luna

Para tocar la superficie lunar no hubo segundas oportunidades

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A bordo del Águila, Armstrong y Aldrin empezaron las maniobras necesarias para el alunizaje, el momento por el que cientos de personas habían trabajado durante décadas.

Desde que se despegó del módulo Columbia, el Águila cruza la superficie lunar a 5.793 kilómetros por hora. Ahora debe reducir la velocidad por etapas. Pero todo debe hacerse con un solo intento. No hay segundas oportunidades.

Repentinamente, una luz amarilla de precaución se enciende en el panel. Es identificada como la alarma 1202. Los astronautas piden al computador que defina el problema.

"Estoy saturado", fue la respuesta. "No puedo efectuar todas las tareas que me han pedido en el tiempo disponible". Luego la pantalla quedó en blanco.

Armstrong pasa el problema a los expertos en Houston.

Charlie Duke recordó “cuando escuché decir a Neil que tenía un problema 1202 golpeé el piso. Volví a ver a Steve Bales, pero estaba ocupado en su consola”.

Jack Garman, un técnico de apoyo, recordó que un problema similar había surgido durante un simulacro sólo una semana atrás. Bales dijo “es una saturación ejecutiva; si no ocurre de nuevo, estaremos bien”.

En ese momento ya los astronautas veían el botón de "Aborto".

Bales estaba en una encrucijada con respecto a la misión: abortar y terminarla; continuar hacia el éxito o enfrentarse a un desastre. Hoy se sabe que la decisión fue acertada. Por eso Bales recibió luego su Medalla de la Libertad otorgada por el presidente a los astronautas.

Avalancha de alarmas

A los 2.804 metros del altitud el módulo lunar empezó a variar su disposición horizontal. Lentamente se dirige hacia la superficie lunar que los astronautas pueden ver en la parte baja de las ventanas.

Altitud 610 metros...Otra alarma sale del computador. "La 1201", dice Aldrin con creciente preocupación. Sin tiempo para esperar explicaciones desde Houston, los dos hombres deben confiar sus vidas al juicio de los controladores del vuelo.

Armstrong exclama"12... alarma . 1201".

Duke: "Comprendido, 1201".

Bales responde de nuevo que siga la misión.

Duke informa a los hombres en la Luna. “Aguila... se ve bien. Continúen.”.

A sólo 49 metros de la superficie, aparece una luz roja y el computador advierte que sólo queda el 5% del combustible y que aún no han alunizado.

A 15 metros de altitud Aldrin advierte que han ingresado a la zona de "hombre-muerto" en la que ya no hay oportunidad de retroceso. Si algo sale mal, ya es tarde para arreglarlo.

El módulo sigue adelante con su rugiente motor lanzando gases sobre la superficie. En medio de un torbellino de polvo, luces, sombras, piernas metálicas y gases, el Aguila toca la superficie lunar.

Eran las 3:18, hora de Houston, del 20 de julio de 1969. El polvazal cesó rápidamente y todo quedó quieto. Muy quieto. Sin atmósfera, ningún sonido se escuchaba fuera del módulo lunar.

“Houston, aquí la Base de la Tranquilidad. El Águila ha alunizado”.

Duke responde: “Comprendido, Tranquilidad. Aquí tienen a un grupo de muchachos a punto de ponerse azules. Estamos respirando de nuevo. Muchas gracias...”.

Armstrong: “Gracias a ustedes”.

Las primeras voces humanas llegadas a la Tierra desde la Luna se apretujaban en el intercomunicador... sus palabras eran dirigidas ahora a 600 millones de seres que sostenían el aliento. Parecía como si por primera vez en la historia de la humanidad los habitantes del planeta estaban globalmente unidos.

Redacción

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Redacción La Teja

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