El funeral de Roberto Samcam, el exguerrillero nicaragüense asesinado en Costa Rica, se llevó a cabo este domingo 22 de junio en la Iglesia de las Ánimas y, minutos antes de iniciar la ceremonia, se vivió una situación muy angustiante.
Hay que entender que el funeral en sí ya estaba tenso por la forma en que murió Roberto, ya que fue víctima de un sicario.
Desde hace un tiempo Samcam denunció, que estaba siendo perseguido por el régimen de Daniel Ortega y, al poco tiempo, un sicario entró a su casa y le disparó en siete ocasiones.
Por esa razón, y por sus largos años de activismo en contra de la dictadura Ortega- Murillo, el aire se sentía pesado en la iglesia.
Y esa pesadumbre escaló cuando una Toyota Prado se estacionó al otro lado de la calle, frente a la iglesia y se quedó un par de minutos ahí.
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Esa actitud tan sospechosa encendió las alarmas entre los agentes de la Fuerza Pública que estaban cuidando la ceremonia, quienes no le dieron largas al asunto, se acercaron al carro y lo requisaron.
Luego de pedirle la cédula y revisar que todo estuvieran en orden, le pidieron al carro retirarse de la zona y no le quitaron el ojo hasta que estuviera bastante lejos.
Roberto tenía 67 años y lo preceden su esposa, Claudia Vargas y sus dos hijos.