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Armas contra la cirrosis

Cambios en la dieta y hacer ejercicios pueden mejorar la calidad de vida de personas con problemas en el hígado

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Hace unos años, el que diagnosticaran a una persona con cirrosis era prácticamente una sentencia de muerte. Hoy se ha descubierto que si bien la enfermedad no se puede revertir, sí se puede mejorar la calidad de vida del paciente con algunos cambios en su estilo de vida.

Ese fue el caso de Esperanza Castro, una maestra de cuarto grado a quien  desde hace dos años le dijeron que estaba a punto de padecer cirrosis.

Esperanza Castro lleva una buena calidad de vida, pese a padecer hígado graso. /Foto: John Durán (JOHN DURAN)

"Fue hace dos años que me fui a valorar y mi hígado estaba a punto de caer en cirrosis, Me asusté, porque yo no tomo licor y en mi ignorancia, pensé que solo por eso daba la enfermedad. Tenía hígado graso,  porque comía mucha comida frita (plátanos, queso, etc.) pero empecé a tratarme con la doctora María Amalia Matamoros, del Centro de Enfermedades del Hígado, y me recomendó cambiar mis hábitos", explicó la educadora.

Desde entonces doña Esperanza empezó a cuidar más de su salud y lo que comía, hasta la carne dejó y añadió más frutas y verduras a su dieta. Sale a nadar dos veces a la semana en las piscinas de plaza González Víquez, que le quedan bien cerquita de la casa.

"En el corre corre a la escuela, para dar clases, y la vida sedentaria en las aulas, donde se pasa mucho tiempo de pie o sentado, poco a poco me fueron pasando la factura sin darme cuenta. Fue hasta que se me empezaron a hinchar los pies y los tobillos; el brazo derecho se me empezó a manchar y sin saber el porqué, por eso decidí buscar ayuda médica y ahí descubrieron que tenía el bazo inflamado y el hígado anormal, pero gracias a Dios me descubrieron el problema a tiempo, porque soy madre soltera de cinco hijos. Llegué a pesar 95 kilos y ya he bajado poco más de 11 kilos.

Los médicos le dijeron que el hígado podía regenerarse, pero para ello debía poner de su parte, eso fue suficiente para que esta luchadora le diera un giro a su vida. Va la  nutricionista y eliminó las comidas rápidas de su menú.

Ahora doña Esperanza  está en tratamiento y sigue tomando medicamentos para la agrura  y para mejorar el hígado. Las citas se las programan cada seis meses.

"Yo espero en Dios que me digan que estoy mejor y me siento bien, no me duele nada", aseguró. 

La cirrosis es una inflamación crónica del hígado. Como es interna uno no la puede ver, pero va formando unas especies de cicatrices y entre más agresiones sufre, peor se pone. Esas agresiones pueden ser por enfermedades de nacimiento, golpes, por tomar alcohol, consumir exceso de grasa y medicamentos. Además, si es diabético y su familia tiene herencia de problemas hepáticos, o de hepatitis C  está, como decimos en Tiquicia, comprando todos los números de la rifa para padecer la enfermedad, según nos explicó el médico José Pablo Garbanzo.

Imagen de un hígado sano y uno con cirrosis. Se nota claramente el cambio de contextura. Foto: Shutterstock

Dependiendo de la cantidad de cicatrices que tenga este importante órgano, así será la afectación de las funciones que sufra el paciente que pueden ser desde: poca coagulación de la sangre, intoxicación de los órganos por la no eliminación de toxinas, desorientación, insomnio y cansancio. Además puede sufrir un bajonazo de azúcar y no despertar más.

La buena noticia es que si aún hay células vivas, con esas se las puede jugar el paciente, siempre y cuando haga como doña Esperanza, que cambió sus hábitos alimenticios y de vida en general.

En algunos casos, la enfermedad se da por echarse los tamarindos, pero si se deja  de tomar alcohol se pueden compensar los daños y vivir muchos años más con toda la pata.

El especialista explicó que si lo que se padece es hígado graso, que es otra enfermedad muy frecuente, es probable que el órgano vuelva a la normalidad.

En el caso de la cirrosis, en la parte dañada ya no hay nada qué hacer, se pierde la capacidad de regeneración que tiene, dijo el doctor Garbanzo.

Un aspecto muy importante en la muerte de los pacientes con cirrosis es que el cáncer de hígado aparece mucho más en pacientes con cirrosis, aseguró el "doc".

Es parte de las obligaciones de toda persona hacerse exámenes (ultrasonido y de sangre) cada seis meses, para detectar el padecimiento a tiempo.

"Sabemos el problema de salud que tenemos cuando hay pacientes con cirrosis que deben hacerse los exámenes cada seis meses, pero les dan la cita cada dos años, pero  lo indicado a nivel mundial en la detección es ese período", indicó el médico.

Además, debe estar atento a si en su familia ha habido personas con enfermedades del hígado, además, tiene altos factores de riesgo si tiene sobrepeso, se echa las birritas el fin de semana, come buenas boquitas y si hace poco ejercicio. Sin darse cuenta  podría estar enfermo.

El doctor Garbanzo recordó  que estudios científicos recomiendan como una forma de cuidar el hígado, llevar los alimentos de la casa al trabajo y no comer en la calle, porque usualmente en la calle la comida tiene más grasa y no lo podemos controlar.

El abuso del alcohol, puede dañar seriamente al hígado. Foto: Pablo Montiel (Pablo Montiel)

Aunque las comidas grasosas que nos encantan contribuyen en que los ticos seamos más propensos a padecer hígado graso, lo que más hace que se sufra ese mal son las harinas del arrocito, los panes, quequitos, galletas, postres y azúcar que no quemamos y que el hígado  acumula como grasa en todo el cuerpo.

Costa Rica es el país en el mundo con más pacientes con la enfermedad de Wilson, que consiste en la acumulación de cobre  en el hígado y el cerebro que puede producir hasta parálisis cerebral.

 "El uso de acetaminofén en cantidades muy altas (cuatro  pastillas de un solo y cada cuatro horas) puede ocasionar una cirrosis fulminante. Si se toma una cada seis horas por una semana no le va a pasar nada", explicó el hepatólogo

En el caso de las personas con cirrosis, se les pueden poner amarillos los ojos, de repente puede tener vómito de sangre, acumulación de líquido en el abdomen y las piernas, cansancio (falta de voluntad) y pérdida de apetito.

Mientras nuestros abuelos tenían buenos hábitos alimenticios y hacían más actividad física, en la actualidad las costumbres han cambiado, lo que ha contribuido con el aumento hasta de un 500% de los casos de enfermedades del hígado, en comparación con nuestros antepasados.

Recuerde entonces que lo mejor es que consulte a un médico para asegurarse que todo está en orden, hacer ejercicio y comer muchas verduras, ensaladas y frutas.

Pocas veces el hígado le avisará que algo malo está pasando, porque no siempre se sentirá dolor. Foto: Shutterstock.
Karen Fernández

Karen Fernández

Periodista con una licenciatura en Producción de Medios. Forma parte del equipo de Nuestro Tema y tengo experiencia en la cobertura de noticias de espectáculos, religiosos, salud, deportes y nacionales. Trabajo en Grupo Nacion desde el 2011.

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