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Así es subir el Chirripó cargando un tanque de 100 kilos

Arrieros y porteadores hicieron una titánica tarea

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Si subir el cerro Chirripó es rudo, hacerlo cargando un tanque que pesa 110 kilos es 100 veces más rudo.

Eso fue lo que hizo un grupo de arrieros de la cumbre más alta del país, que subieron a 3.400 metros de altura para llevar a cabo una titánica tarea.

En el albergue Los Crestones (está a 5 kilómetros de llegar a la cima), donde se quedan a dormir turistas, voluntarios e investigadores, surgió la necesidad de construir una planta de tratamiento de aguas negras ya que no había una obra así en ese lugar, sino trampas de grasa que ya cumplieron su vida útil.

Sin embargo, para cumplir esa necesidad, había que subir al albergue tres tanques enormes (partidos a la mitad), los cuales debían pasar en medio de los angostos senderos de un metro de ancho.

Fue la asociación de Guías Arrieros, Porteadores y Cocineros del Chirripó la que salvó la tanda haciendo una labor que pocos podrían llevar a cabo.

Los arrieros y porteadores son 60 muchachones vecinos de las localidades de Los Ángeles, Canaán, Herradura y San Gerardo, de Pérez Zeledón, que se dedican a subir y bajar diariamente el equipaje, alimentos y todo lo que sea pesado o delicado desde y hacia el albergue.

Ellos están acostumbrados a cargar desde maletas hasta cosas tan delicadas como queques de cumpleaños o equipos de investigación como drones o cámaras. Pero un tanquesote de ese vuelo, no. Así que se trataba de una nueva aventura.

Pero antes de seguir, conozcamos un poco más sobre los arrieros.

Según comentó el presidente de la asociación, David Arias, no se piden requisitos para ser arriero (los que llevan carga en caballos) o porteadores (llevan la carga en la espalda), pero en el periodo de prueba de un año, solitos se quedan o se van, pues descubren si tienen o no las condiciones para el brete.

En la actualidad el grupo lo conforman hombres entre 19 y 65 años. Ellos ganan ¢1.400 por kilo.

Apuntados

Para este trabajo se requería subir los medios tanques de entre 105 y 110 kilos cada uno. Un total de 13 arrieros se apuntaron a la tarea. Ellos conformaron 3 grupos (de 4, 4 y 5) que duraron una semana en la misión.

Cada grupo salía a las 2 de madrugada para llegar a su destino seis y ocho horas después. Fueron en total 14,5 kilómetros de recorrido.

“Fue un trabajo muy duro. En algunos sectores más empinados se recargaba el peso en dos personas, pero todo salió bien. Sentimos mucha satisfacción al llegar arriba y recibir felicitaciones, es parte de lo bonito de este trabajo”, contó Arias.

El último medio tanque lo subieron el viernes anterior. Ahora resta que lleven otros materiales de la obra.

Muy chuza

Leonardo García, oficial del programa de la Asociación Costa Rica por Siempre, aseguró que dichos tanques se pudieron haber subido en helicóptero, pero era más caro y riesgoso, ya que dependiendo del clima se pudo haber perdido algún viaje. Además, prefirieron dejar la plata en la comunidad.

A la asociación de arrieros se le pagó un aproximado de ¢3 millones por el trabajo, dinero que se repartirá entre quienes participaron.

El proyecto de la planta de tratamiento tiene un costo de ¢44 millones. De ese total ¢35 millones fueron aportados por el II Canje de Deuda por Naturaleza Estados Unidos - Costa Rica, que es administrado por la Asociación Costa Rica por Siempre; ¢3 millones por el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC) y ¢6 millones por Pro Parques, organización ejecutora.

Esta planta será una de las más chuzas del país, pues debe tener una tecnología especial para que funcione a temperaturas bajo cero grados y a tanta altitud.

Para eso se contrató tecnología canadiense que funciona con paneles solares, de manera que las bacterias que descompondrán la materia fecal y los restos orgánicos de la cocina se mantengan activas las 24 horas.

Como parte del proyecto, se habilitarán tanques sépticos, se construirán drenajes, se instalarán 19 paneles solares y se optimizará la planta hidroeléctrica existente para disminuir el uso de diésel para la provisión de energía diaria.

La meta es que toda la planta esté en operación a mediados de diciembre.

En el albergue Base Crestones ingresan cientos de turistas que se quedan allí por dos o tres noches en promedio. Además llegan voluntarios, investigadores y colaboradores que permanecen por más tiempo; por esta razón se produce una cantidad considerable de aguas residuales que requieren ser tratadas para evitar afectar a los ecosistemas.

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