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Así les salvaron la tanda unas banderas a pareja de Alajuelita

Doña Maruenis y su esposo Heriberto hacen una yunta perfecta a la hora de las ventas

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El anuncio de otras posibles marchas como las del martes --pero ojalá sin broncas al final-- alegró a un breteador matrimonio alajueliteño que vive “en la lucha tenaz”.

Por primera vez en cinco meses, ese martes la pareja logró hacer platica vendiendo banderas en medio de la protesta. Frente a Casa Presidencial, en Zapote, nos encontramos a Heriberto Chaves, quien andaba empunchado ofreciendo banderas de Costa Rica.

Heriberto Chaves es un pulseador que vendió banderas de Costa Rica el pasado martes 25 de agosto en la marcha que las hizo su esposa Maruenis Torres

Este pulseador comenzó a caminar con los manifestantes desde el parque Central de San José y al llegar a Zapote ya le habían comprado unas 25 y eso, naturalmente, lo tenía más contento que a una hormiga en un reguero de azúcar.

“Usted no tiene idea de la gran salvada que le está pegando esta marcha a mi familia. Teníamos cinco meses de no vender nada y ahora se están movimiento bonito las banderas. La gente me está comprando a buen ritmo”, explicó.

Claro, es que primero falta el hielo en una fiesta que las banderas del país y las chemas de la Sele en una protesta de lo que sea.

“¿Son de calidad esas banderas?”, le preguntó a Heriberto una persona mientras él hablaba con nosotros.

La respuesta nos sorprendió: “Es de una calidad que se la puedo garantizar totalmente, ¿no ve que las hizo mi esposa?”.

Entonces fuimos nosotros quienes preguntamos: “¿Cómo que las hizo su esposa? Todo el mundo las compra hechas”.

Heriberto brincó: “¡Tome! Agarre una, estire bien duro y jálela para donde quiera. Esa bandera no se rompe así no más, están bien hechitas”.

Dos noches de palmada

Entonces le pedimos el número de la esposa, Maruenis Torres, para hablar con ella y completar la historia. Más rápido que ligero, Heriberto nos puso al teléfono a la “jefa de la casa”, como él la llamó.

Y entonces habló la jefa: “Nos dimos cuenta de la marcha tarde, a falta de tres días, y tuvimos que salir corriendo para dos lados. Primero a pedir prestada una platica; segundo, a comprar las telas con esa plata”.

Todo estaba fríamente calculado.

“Lo hicimos con mucho temor porque después de cinco meses de no ver la luz, embarcarse en un préstamo para una marcha a la que, por la realidad del coronavirus, uno no sabe cuánta gente va a llegar, es bien arriesgado. Pero ocupamos dinero, debemos cuatro meses de alquiler porque no hay ninguna actividad masiva, así que no lo pensamos mucho”, detalló Maru, como le dicen de cariño.

Heriberto Chaves es un pulseador que vendió banderas de Costa Rica el pasado martes 25 de agosto en la marcha que las hizo su esposa Maruenis Torres

Aquí entra otra pregunta: ¿Cómo y cuántas hizo?

Oigamos a la jefa: “A punta de máquina y en una pura carrera, casi sin dormir dos noches, logramos hacer cincuenta. Les tuvimos fe a las banderas. Después de hacer cálculos sabíamos que vendiendo unas treinta lograríamos recuperar el dinero que nos prestaron y tener un poquitico de ganancia; después de ahí mejoraría el asunto… ¡logramos vender cuarenta y tres!”, nos dijo muy alegre.

Cada una se vendió entre dos mil y tres mil colones.

Buena calidad

Doña Maru no pudo ir a la marcha por asuntos de salud, por eso quedaron esas siete banderas sin vender; sin embargo, está muy contenta de lo conseguido.

“Me gusta mucho hacer las banderas que vendemos porque así garantizo la calidad. Las que se compran por montones no son resistentes, rapidito se rompen. Yo le pongo cariño a todo el proceso, desde la compra de las telas, porque busco solo buena calidad, hasta la cosida, que es reforzada. Hacemos banderas para que la gente nos vuelva a comprar al confirmar la calidad”, aclaró.

Así trabaja una buena empresa, sea grande o chirrisca. La calidad del producto sostiene el nombre.

“Nosotros tenemos cinco meses sin ingresos. En mi caso, yo trabajo por día en casas, pero con esto del coronavirus los patrones no me contratan”, explica Maru.

“Mi esposo se dedica a vender en todo tipo de eventos: La Guácima, conciertos, partidos importantes de fútbol como el clásico entre Saprissa y Alajuelense, cuando juega la Sele, en fin, la lucha por todos lados, pero sin eventos el golpe ha sido muy duro”, agrega.

Si bien la marcha fue una gran salvada y esperan que haya más, el matrimonio preferiría que la situación cambie para bien y para todos y ellos, como antes, salir a pulsearla.

Eduardo Vega

Eduardo Vega

Periodista desde 1994. Bachiller en Análisis de Sistemas de la Universidad Federada y egresado del posgrado en Comunicación de la UCR. Periodista del Año de La Teja en el 2017. Cubrió la Copa del Mundo Sub-20 de la FIFA en el 2001 en Argentina; la Copa del Mundo Mayor de la FIFA del 2010 en Sudáfrica; Copa de Oro en el 2007.

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