Ya estamos en cuenta regresiva. Falta menos para buscar el camino hacia el bar favorito y pedir algo que refresque la garganta, aunque en algunos casos la espera seguirá.
La ministra de Economía, Victoria Hernández, anunció el lunes que este viernes reabrirían los bares y dio así el banderazo de salida para que los dueños empezaran a ponerle para cumplir los requisitos exigidos.
Algunos están aún en ese corre corre, según le contaron a La Teja.
José Mora, del bar Milano, cerca del Mercado Borbón, contó que por los siete meses que lleva cerrado debió pedirles prestadas a un familiar las dos tejas que necesitó para poner las divisiones plásticas.
Este viernes reabrirá con todas las de la ley a las 11 a.m.
“El lunes cuando oí la noticia de inmediato me puse a buscar qué teníamos que hacer para abrir y puse manos a la obra. Coloqué las divisiones para proteger a los clientes y al cantinero, porque ellos se podrán quitar la mascarilla para consumir y el muchacho tiene que estar protegido”, contó don José.
El bar Milano tiene dos barras y pasó de una capacidad de entre 60 y 70 personas a 24 para guardar la distancia de un metro entre clientes en esta área. Las mesas se quitaron.
“La cosa está difícil para muchos y para poder abrir hay que enjaranarse”, dijo José.
Para atraer a los clientes bajó los precios de la birra a 1.100 la botella normal y 1,700 la gorda. Además tendrá promoción de 2x1 en Smirnoff a 1.700.
Este jueves desde temprano encontramos a Nela y Chucho dejando el bar Cusucos como en ajito en Calle Chaves de San Isidro de Heredia. El visitado lugar abrirá este viernes desde el mediodía con todos los protocolos sanitarios.
Curso a destiempo
Otro de los requisitos obligatorios para abrir es llevar una capacitación sobre los protocolos a cumplir.
Pero hubo tan poco tiempo para organizarse que la cosa va lenta. Son 4.500 los bares que deben cumplir la medida y la tarde de este jueves, de 3 a 5 p.m., se dio apenas el primer curso.
“Cada curso lo impartirá la Cervecería de modo virtual, pero tiene una capacidad de 500 participantes y tengo entendido que a partir del viernes darán dos por día. Es decir, que a la fecha pactada solo 1500 propietarios podrán cumplir con dicho requisito”, explicó José Francisco Quesada, presidente de la Asociación de bares, restaurantes y afines (Asobarest).
Agregó que esperan que al menos la mitad de los dueños de bares pueda abrir hoy.
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Otros dueños dijeron que se la jugarán a abrir este viernes aunque les falte la capacitación.
Bien frías
Allan Mora es el propietario del bar Víctor, donde ya instalaron las divisiones en la barra y se inscribieron en el curso. En el local, que queda 100 metros al sur de la iglesia La Merced, en calle 6, avenida 12, están felices de recibir de nuevo a la clientela.
“Ya pusimos las divisiones, los dispensadores de alcohol en gel, el lavamanos y las rotulaciones de la capacidad y protocolos de medidas sanitarias.
"Tuve que correr hasta para reactivar el datáfono y con los inventarios porque todo lo habíamos devuelto, pero los congeladores ya están llenos y funcionando pura vida”, dijo Allan.
Este bar pasó de una capacidad de 36 espacios a 16: ocho en la barra y los demás en mesas con un máximo de 4 personas cada una.
Mora también tuvo que sacar ¢200.000 para hacer los trabajos de adaptación, pero al menos no debió pedirlos prestados.
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“Busqué los protocolos en el MEIC, en el ministerio de Salud para asegurarme de cumplir con todo, pero aún no hay nada publicado formalmente. Sabemos lo que han informado en los medios de comunicación. Uno tiene que hacer consciencia y aprender a sobrevivir con esto”, dijo Allan.
Dice que esperará a ver el comportamiento de los clientes para ver si debe ajustar precios o hacer promociones.
En espera
Quien aún no abrirá es Giorgio Motta, dueño del gustado bar La Bohemia (calle 5, avenidas 10 y 12,) y quien nos contó que la inversión que debe hacer es alta y con siete meses de cierre se complica.
“Nosotros nos acogimos a la reconversión a restaurante y estamos esperando el visto bueno. Trabajaré un tiempo así para poder hacer la inversión y reabrir como bar”, explicó.
Don Giorgio había llevado la capacitación de la Cervecería, pero igual no se quiere exponer a una orden sanitaria que le suspenda la patente y le pongan un multón.
Por su parte, Juan Ramón López, del bar Black Jack, en Alajuela, decidió tirar la toalla y poner en venta el negocio. Sin duda un trago muy amargo para quienes lo visitaban.
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