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Chepito, de sangre africana y nieto de dos parejas de primos

Alegre, comelón y muy querido, así fue el escazuceño don José Delgado, quien nació en 1900

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“Chepito nació en Escazú, a las diez de la noche del diez de marzo de 1900 y fue bautizado por el cura Yanuario Quesada en la parroquia de San Miguel (de Escazú), el 12 de marzo; sus padrinos fueron Teodoro Marín y Josefa Clara Chinchilla; se le consigna como hijo legítimo de Jesús Delgado Herrera y Gabriela Corrales Madrigal. Nunca se casó y no tuvo hijos, al menos reconocidos oficialmente”.

El genealogista Mauricio Meléndez realizó un trabajo profundo y extenso sobre José Uriel de Los Ángeles Delgado Corrales, más conocido como Chepito, quien hasta el pasado 27 de mayo fue el costarricense más longevo, con 121 años de edad.

Chepito falleció a las 8:30 p. m. del jueves, por causas naturales, en el hogar de ancianos de Piedades de Santa Ana.

“Quizás, de lo más sobresaliente (de Chepito) es que todos sus ascendientes, hasta sus cuartos abuelos (los que siguen a los tatarabuelos) eran oriundos de Escazú, es decir, que en cinco generaciones ascendentes todos eran nativos y vecinos de Escazú, padres, abuelos, bisabuelos, tatarabuelos y cuartos abuelos (64 personas si incluimos a Chepito)”, dice Meléndez.

Otro dato interesante es que los abuelos paternos de Chepito eran primos y los maternos también.

El genealogista, que realizó el trabajo de investigación cuando Chepito cumplió 115 años, explica que antes de 1950, cuando una pareja que tenía parentesco iba a contraer matrimonio, debía pedir dispensa (un permiso) al obispo de la diócesis donde vivía.

José Uriel de los Ángeles Delgado Corrales, Chepito, quien falleció el 27 de mayo del 2021 a la edad de 121 años, fue velado en el Hogar de Ancianos de Piedades de Santa Ana

“Asimismo, hay un componente nada despreciable de sangre afromestiza en la genealogía de Chepito, es decir, de antepasados mulatos que descendían de la mezcla entre españoles y negros. Desde la época de la conquista ingresaron a Costa Rica, con los españoles, esclavos negros y también negros y mulatos libres”, añade la investigación.

De los 16 tatarabuelos de Chepito, 5 de ellos procedían de familias cuyos integrantes son citados como mulatos en el periodo colonial y los restantes 11 de familias mestizas.

Gran bailarín

Cuando don José Uriel cumplió 112 años, en el 2012, una vez que apagó las candelas y le cantaron cumpleaños, no lo pensó dos veces para tirarse a pista y ponerse a bailar una sabrosa cumbia que le soltaron para alegrarlo.

Desde 1995 vivía en el hogar de ancianos de Piedades de Santa Ana y ahí demostró siempre que lo suyo era la música y el baiolongo.

La hermana Clara Astúa, quien trabajó años en ese hogar de ancianos, recordó a Chepito como una persona muy activa y que no esperaba una segunda orden para mover la cadera.

Mientras que doña Benita Porras, quien lo cuidó por años, admiró de él el buen ritmo que tenía y que le gustara caminar todos los días.

La hermana Inés Arias fue la última encargada de tener a Chepito puras tejas, ella estuvo a cargo de él en el 2015 y hasta el 2018 y después retomó la labor desde el 2019 y hasta la fecha.

Arias confirmó que el escazuceño más querido del país tenía un espíritu demasiado alegre.

“Era bien bailarín, nunca perdía una oportunidad para disfrutar una canción. En cada celebración de cumpleaños se pegaba sus bailadas, eso le encantaba y lo ponía muy feliz, se le notaba en el rostro, sobre todo con las cumbias.

“Chepito era, además, bien comelón, le encantaban el queque y los helados, eso no le podía faltar. Hasta sus últimos días fue amante del ejercicio, amante de caminar y no pasar sentado, qué va, él era movimiento”, contó la hermana Inés.

Un buen plato de arroz y frijoles fresquitos lo volvían loco, era su comida preferida, aunque no le negaba el diente a nada.

Bien pipa

Además de ser bien positivo, Chepito era bien inteligente, a pesar de que había perdido la vista, no era de los que se dejaban hacer todo, al contrario, andaba siempre un paso adelante. Con solo tocar la mesa, ya sabía cómo acomodarse para sentarse y así no necesitaba mucha ayuda.

“En el desayuno o en el almuerzo, una vez que se sentaba, de una vez estiraba la mano para que le pusiéramos las pastillas que tenía que tomar, era de sorprender su inteligencia, todo lo comprendía y uno se daba cuenta que así era, no había que explicarle nada dos veces”.

En el 2010 votó por última vez en unas elecciones presidenciales nacionales. “Chepito, ¿por quién va a votar?”, “Por Pepe Figueres”, respondía, porque era liberacionista de la pura cepa.

“Él se ganaba el cariño de todo el mundo. Aquí (en el hogar) siempre estábamos pendientes de él y nadie se ponía celoso porque todos lo querían mucho… y no tenía que esforzarse para que lo quisieran, él era original, auténtico y se le quería por ser él mismo.

“Nos deja un tremendo vacío porque todos disfrutábamos cuidándolo, él se encargaba de convertir el tiempo con él en algo alegre y divertido. Una le preguntaba, ‘Chepito, ¿para dónde va tan guapo?’, Y él respondía, ‘no sé, pero muerto de risa’”, recordó con gran nostalgia la hermana Inés.

Sin Guinness

Pese a que Chepito aparecía con 121 años en el Tribunal Supremo de Elecciones, esto no fue nunca oficializado por científicos del Grupo de Investigación Gerontológica, un organismo internacional oficial, ni tampoco por la gente de los Récords Guinness, por eso nunca fue reconocido como el hombre más longevo del planeta.

Las hermanas del hogar donde estuvo Chepito comenzaron los trámites para el Guinness, pero los dejaron a medio palo, porque dicen que costaba varios miles de dólares.

Por un récord Guinness el ganador no recibe ni un cinco, solo el honor de tener un título que así lo confirma y aparecer en el libro que año a año se hace con todos los récords del mundo.

Eduardo Vega

Periodista desde 1994. Bachiller en Análisis de Sistemas de la Universidad Federada y egresado del posgrado en Comunicación de la UCR. Periodista del Año de La Teja en el 2017. Cubrió la Copa del Mundo Sub-20 de la FIFA en el 2001 en Argentina; la Copa del Mundo Mayor de la FIFA del 2010 en Sudáfrica; Copa de Oro en el 2007.

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