A Mario Porras Nájera le toca meterse todos los días en las presas de San José centro y cuando sintió que se estaba cargando demasiado de estrés y desesperación ante las calles convertidas en parqueos, tomó una muy alegre decisión, ponerse a karaokear dentro de su carro.
Hace menos de un mes y con la desesperación de las presas en su espalda, Mario entendió que no podía seguir perdiendo su paz por culpa de las horas pico y se puso a pensar qué hacer dentro de su carro para mantenerse ocupado y feliz, eso sí, sin perderle la atención a la manejada.
Tiene 32 años, nació en Guápiles y trabajó seis años en Guanacaste. Tiene menos de un año de haber regresado al tránsito de San José, el cual consideró insoportable y peor que cuando se fue a tierras guanacatecas.
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Es uno de los “privilegiados” porque le toca hacer solo como hora y media de presa en la mañana y lo mismo por la tarde; son como 40 horas a la semana perdidas en presa, minutos más, minutos menos.
Vieran que Mario no fue el típico rey del karaoke que no desaprovecha visita a un restaurante o fiesta familiar para tirarse a cantar. Tampoco fue de una familia que amanecía cantando en las celebraciones. Siempre le gustó cantar, pero nada más.
“Hace como un mes, en media presa, se me jodió el radio del carro y ahí sí que se me complicó todo porque me quedé sin lo que me entretenía en medio de las horas pico. Me pasó una vez, dos no.
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“La siguiente ocasión que me monté al carro fue con un parlante que tenía en la casa y fue cuando se armó el karaoke. Fue sin pensarlo, de un pronto a otro me puse a cantar para mantenerme con buen sentido del humor en la presa, se me ocurrió la idea de grabar un video mientras cantaba, lo subí a redes sociales y para mi sorpresa la gente comenzó a comentar positivamente sobre mi karaoke”, comenta Mario.
El ahora josefino explica que como pasó los últimos años en Guanacaste, se le terminaron olvidando las presas de la Gran Área Metropolitana.
“Siempre paso las presas solos, eso es más estresante. Hay momentos en que realmente la presa no avanza y como vengo de Guanacaste, me desacostumbré de este tipo de estrés, por eso siento que me golpeó más tanta espera. Me desespera y estaba perdiendo la dulzura del carácter”, asegura.
La karaokeada, asegura Mario, sí le ha hecho bien.
“Sí tengo que confirmarle que me ayuda demasiado a sobrellevar las presas. Comenzó como un vacilón y ahora me sirve para desestresarme y lo hace demasiado. Creo que es por que estoy haciendo algo que me gusta mucho.
“Cuando estaba carajillo siempre decía que quería ser cantante como Tapón, pero no fui de los que siempre aprovechó cualquier oportunidad para cantar, como en los actos cívicos. Siempre canté para vacilar, pasarla bien. Soy de ir a karaokes, me encantan”, reconoce.
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Nos cuenta el cantante que toda la música lo relaja y le sirve para superar el estrés de las presas, pero si hay un género que le encanta es el de las rancheras, sobre todo las de Vicente Fernández y su hijo, Alejandro, así como cantarse unos buenos boleros de la Sonora Santanera.
Peligrosa epidemia
Este guapileño es solo uno de miles de costarricenses que todos los días sufren horas en las presas del país. Es así, ya no hay lugar a salvo en ninguna provincia. Así lo tiene claro el propio Colegio de Médicos por eso en el pasado abril, aseguró que las presas se convirtieron ya en la “nueva epidemia de Costa Rica” capaz de provocar varias enfermedades.
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Desde el punto de vista cardiovascular, el doctor Elliott Garita Jiménez, presidente del Colegio de Médicos y especialista en cirugía cardiovascular y torácica, asegura que las presas provocan tremendos problemas de salud.
“Las presas deterioran nuestra calidad de vida, aumenta el estrés emocional, la presión arterial y la frecuencia cardíaca, disminuye nuestra tolerancia y acorta el tiempo para estilos de vida saludables. Debemos buscar soluciones urgentes a este grave problema”, dice el doctor Garita.
El médico explica que la frustración y la ansiedad generadas en el tráfico desencadenan una descarga constante de adrenalina, elevando la frecuencia cardíaca y la presión arterial, y a largo plazo, esto puede disminuir la eficacia de los tratamientos para la hipertensión.
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En lo que tiene que ver con la salud mental, el doctor Francisco Golcher Valverde, siquiatra y presidente de la Asociación Costarricense de Psiquiatría, señala un fenómeno preocupante.
“En la cotidianidad de una presa, la preocupación por llegar tarde y la frustración por la inmovilidad desatan enojo y malestar. Asistimos a una situación similar a la fábula, donde al subir al vehículo, algunas personas se transforman, gritando e insultando en una competencia por avanzar, lo que puede terminar en accidentes y situaciones lamentables. Esto revela una dificultad para manejar el estrés que viene con las presas”, explicó.