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Conozca la tica que es feliz a 53 grados bajo cero

Franklin Chang y Jacques Cousteau la inspiraron desde niña a explorar el mundo, gracias a eso ya logró estar en el Polo Norte y el Polo Sur

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A 53 grados bajo cero en el Polo Norte casi todo se congela... menos el corazón de La tica polar.

Hablamos de Melania Guerra Carrillo, una costarricense que cumplió su sueño de estar en ese frío sector de la Tierra en el año 2009, como parte de su anhelo de explorar lugares que muy pocos humanos conocen.

Mientras viajaba en un camión sobre un mar congelado en Barrow, la última ciudad de Alaska, a tantísimos grados bajo cero, la tica iba caliente y más que feliz hacia una de las plataformas petroleras.

“Pensé lo mismo que el día que iba en el avión a la NASA para comenzar a trabajar con don Franklin Chang en el dos mil dos, ¡lo logré! Cumplí mi sueño de niña”, cuenta Melania, con quien conversamos el pasado viernes 5 de abril, mientras recarga baterías en la calentita Tiquicia.

En el barrio La Favorita en Pavas nació esta tica que se enamoró desde muy pequeñita del espacio gracias al astronauta costarricense Franklin Chang y del mar por el oceanógrafo francés Jacques Cousteau, al que podía ver explorando los océanos del mundo en el programa “Planeta Azul” que transmitió canal Siete desde 1969 hasta inicios del año 2000, los lunes a las siete de la noche.

Exploradora por naturaleza

Esa niña, nacida el 23 de junio de 1978, cuando terminó el cole estudio en la Universidad de Costa Rica (UCR) algo que le servía al espacio y al mar: ingeniería mecánica, ya que, si era en el mar o el espacio, en ambos casos se ocupan instrumentos que la ingeniería mecánica crea para poder sobrevivir en ambientes extremos.

“Muy chiquitica, como con cinco años, llegó a mis manos un libro de arqueología en el cual se explicaba quién y cómo se descubrió la ciudad de Troya, fue así como entendí que podía estudiar algo que no me tuviera en una oficina de 9 de la mañana a 5 de la tarde, sino que podía irme de aventura a explorar, conocer, descubrir”, explica Melania.

Por “culpa” de Chang y Cousteau, siempre fue de tomar riesgos, por eso, cuando estaba en sexto grado se dio cuenta de que había un programa de intercambio para ir durante las vacaciones a Alemania y pasar con una familia, entonces se fue a la dirección y pidió cita con el director, le dijo que ella había ganado sexto y que el programa de intercambio sería en las vacaciones cuando ella técnicamente ya estaba en sétimo, así que merecía ser tomada en cuenta… la escucharon y viajó tres meses al viejo continente.

¿Cómo fue que finalmente logró conocer a uno de los personajes que tanto la inspiró de niña

“Cuando estaba en el último año de la ingeniería mecánica en la UCR, y estando todavía don Franklin Chang en la NASA, me enteré de que estaba llevando estudiantes recién graduados de Costa Rica a la NASA para que realizaran práctica profesional con él, imagínese, de inmediato luché por un puesto.

“Le pedí ayuda a dos compañeros de la UCR que ya estaban en la NASA y al poco tiempo me llamó la familia de don Franklin para entrevistarme. Fui seleccionada para trabajar con don Franklin Chang en Houston, Texas, por todo el año 2002”, contó Melania.

El primero de enero de ese 2002 viajó, gracias a la ayuda del Ministerio de Ciencia y Tecnología (Micit) y el Consejo Nacional para Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicit) que pusieron platica para financiarle un año en el Laboratorio de Propulsión Espacial Avanzada en la NASA.

De las estrellas a las ballenas

Una vez en la NASA, recuerda que a la hora del almuerzo se sentaba en un ventanal que daba a la gigantesca piscina que tienen para que los astronautas practiquen las caminatas en el espacio, así fue como conoció a la oceanógrafa Meghan MacArthur, quien le explicó el gran parecido que hay entre el espacio y el océano, de cómo los astronautas se parecen a los buzos y sus zambullidas en el fondo del mar.

“Me encantó la oceanografía, entendí que también me daría la oportunidad de cumplir mis sueños de ser una exploradora, por eso apliqué en la Universidad de California en San Diego para hacer la maestría y el doctorado y así pasé casi siete años graduándome en oceanografía.

“El mar me ha dado la oportunidad de cumplir mis sueños de niña. Logré conocer lugares que muy pocas personas conocen, vivo experiencias únicas como trabajar bien cerquita de las ballenas, tocarlas, estar en el agua con ellas, escuchar sus cantos en el agua y acompañarlas en sus viajes”, dijo.

Es tan carga que trabajó en México, Estados Unidos, en el Ártico (Polo Norte) de Alaska, Canadá y Groenlandia, y este 2019, por fin pudo cumplir su sueño de trabajar y conocer la Antártida (Polo Sur). El viaje inició el 31 diciembre del 2018 en Ushuaia, Argentina, y finalizó el 20 de enero de este año.

Actualmente la vecina de Pavas trabaja fuerte en la diplomacia científica, inspirada por Christiana Figueres, aprende cómo una científica puede meterse en la toma de decisiones mundiales para cambiar leyes y acuerdos internacionales y así disminuir tremenda contaminación humana en el planeta. Quiere darle herramientas suficientes a los líderes del mundo para que tomen las mejores decisiones y le ayuden al planeta a respirar mejor.

Eduardo Vega

Eduardo Vega

Periodista desde 1994. Bachiller en Análisis de Sistemas de la Universidad Federada y egresado del posgrado en Comunicación de la UCR. Periodista del Año de La Teja en el 2017. Cubrió la Copa del Mundo Sub-20 de la FIFA en el 2001 en Argentina; la Copa del Mundo Mayor de la FIFA del 2010 en Sudáfrica; Copa de Oro en el 2007.

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