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Covid-19 acabó con la ilusión de recoger plata el día de la primera comunión

Como ya no hay fiestas grandes, tampoco dinero

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El covid-19 acabó con la ilusión de los niños de recoger platica el día de su primera comunión, ya que ahora no se pueden hacer las fiestas y almuerzos para celebrar ese día especial debido a la pandemia.

Antes era común que a cada rato los pequeños sacaran el botín y con los ojos brillantes lo contaran para saber de cuánto era su tesoro, pero eso ha ido quedando en el pasado.

El sacerdote German Rodríguez, de la Catedral Metropolitana, dijo que la costumbre de darle dinero a los chiquitos puede deberse a que la celebración del sacramento es motivo de mucha alegría y celebración.

“Es un gesto de alegrarse con ellos, de que disfruten del día del encuentro con el Señor en este sacramento, pienso que es más en ese sentido de felicitarlos, de alegrarse con ellos porque alcanzaron un momento importante para su vida, como cuando uno tiene un triunfo y lo premian, así son los niños que hacen la primera comunión cuando se les da dinero, es como una felicitación por esa experiencia tan bonita y los hace disfrutarla aún más”, expresó el cura.

Paulino Sandí es un escazuceño pensionado que recuerda con mucho cariño el día que hizo su primera comunión y también recuerda que recogió varias monedas entre sus vecinos.

“La hice en 1963, vivía con mis papás y mis ocho hermanos en San Rafael de Escazú y recuerdo que esperé ese día con mucha alegría porque el hacer la primera comunión tenía un significado muy fuerte, no es que ahora no lo tenga, solo que siento que antes había más devoción.

“Recuerdo que uno se preparaba mucho y esperaba ese día con mucha ilusión y era algo tan especial que hasta le daban a uno un premio que era la platica.

“Uno se vestía bien temprano con la ropa especial, el trajecito que le compraban los papás, y no se lo quitaba en todo el día porque era todo un orgullo, luego de ir a la iglesia lo llevaban a uno a recorrer el vecindario y todos los conocidos le daban alguito a uno, por más humildes que fueran. Ya con los años esa costumbre fue cambiando, después la gente empezó a hacer un almuerzo al que invitaban a toda la familia, entonces ya no lo sacaban a los chiquitos a caminar por el barrio porque la gente llegaba a la casa y ahí les daban la plata.

“Yo recogí como 25 colones, que en aquel momento era mucho, más para uno que era de una familia humilde, pero no crea que esa plata la manejaba uno, en mi caso fue mamá la que la guardó y la administró, recuerdo que me compró un bulto para la escuela y ropa para Navidad.

Recorrido por San Isidro

Flor Jiménez es vecina de San Isidro de Heredia y también comulgó por primera vez en la década de los sesenta.

Ella dice que ese día, luego de llegar de hacer la Primera Comunión la mandaron a dar una vuelta por el centro.

“Era toda una costumbres, lo mandaban a uno solo y le decían las casas a las que tenía que ir, había personas a las que obligatoriamente había que visitar. En mi caso recuerdo que algunas personas le daban a uno moneditas y otras daban una tarjeta en la que le escribían un mensaje bonito.

“Aquello era para uno lo máximo, uno se sentía muy importante de llegar a la casa con el bolsito lleno de tarjetas y con platica, aunque no fuera mucha”, relató.

Flor dice que ella tampoco manejó su dinero, se lo dio a su mamá y ella lo usó en comprar cosas que hacían falta para la casa.

“Me acuerdo que cuando una de mis hermanas hizo la primera comunión fue igual, le dio la plata a mamá y ella la usó para comprar carne, ahora eso jamás, los chiquillos se dejan el dinero y lo usan para comprarse algo que ellos quieran”.

Pequeña solidaria

María Jesús Alvarado participó del sacramento en 1998 y recuerda que en su casa hicieron un café para celebrar.

“Fue un día lluvioso y vinieron mi tías y mi abuelita a la casa para compartir conmigo, ellas me dieron plata. Yo me sentía muy feliz por lo que me había pasado ese día porque me había preparado con mucha ilusión y también me sentía importante porque me estaban dando plata, algo que no era común.

“No recuerdo cuanto fue lo que me dieron de plata, lo que sí me acuerdo es que a mi mamá la operaron poco después de eso y yo decidí darle esa plata para que se ayudara con los gastos de la casa”, dijo.

Alberto Gutiérrez es vecino de Turrialba y recuerda que hizo la primera comunión en 1995, pero él no recogió nada de plata y ahora se lamenta.

“Ese día me extrañó ver que otros chiquitos que también habían hecho la primera comunión andaban caminando por el barrio porque en mi casa no nos llevaban a pedir plata. Al día siguiente una tía me preguntó cuánta plata había recogido y yo le dije que nada, me dolió tanto y todavía hoy me lamento no haber podido recoger nada”.

Rocío Sandí

Rocío Sandí

Licenciada en Comunicación de Mercadeo de la Universidad Americana; Periodista de la Universidad Internacional de las Américas, con experiencia en Sucesos, Judiciales y Nacionales. Antes trabajó en La Nación y ADN Radio.

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