Jefry Jesús Rodríguez Mora nació en El Roble y lleva 10 años viviendo en Barranca, Puntarenas. Con 29 años (cumplirá 30 el 28 de diciembre), dice que ha “trabajado en todo” para salir adelante.
Se acuerda con cariño de cuando, junto a su madre, doña Ericka Mora, vendía empanadas: “Mi mamá las hacía y yo las vendía”, comenta con orgullo. También ha empacado atún para Sardimar e incluso ha vendido líneas de teléfono en la calle.
Mientras tanto, luchó por estudiar en la Universidad Hispanoamericana (UH) con la ilusión de convertirse en profesor de inglés.
Aprendió el idioma no solo por su carrera, sino por pasión personal: “Siempre me ha gustado hablar inglés”, dice.
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La oportunidad que lo cambió todo
El cambio más grande en su vida llegó gracias a su hermano, quien aplicó para trabajar en cruceros.
“El único requisito era hablar inglés, no se ocupaba experiencia”, recuerda Jefry. En abril, todavía vendía empanadas y tuvo su entrevista presencial en San José con una agencia mexicana que contrata para Disney. Fue un 14 de abril, la entrevista fue completamente en inglés, y hablaron de salario, horario, riesgos y beneficios.
Se ganó el puesto y comenzó a trabajar como ayudante de cocina en el crucero Disney Destiny. Su labor exige rigurosidad: higiene impecable, atención a los detalles y, por supuesto, el certificado en manipulación de alimentos.
Una rutina exigente
Jefry describe su jornada laboral con sinceridad: “Trabajo como 14 horas por día. Se trabaja casi siempre, pero el dinero sí se ve”. Reconoce que no es un trabajo fácil, pero el esfuerzo tiene recompensa.
Desde que empezó el contrato (firmado por seis meses, del 9 de octubre al 14 de marzo), ha podido ahorrar y enviar dinero a casa para su esposa e hija. “Estoy manteniendo la casa”, afirma. Pero también siente la nostalgia: esta será su primera Navidad y Año Nuevo lejos de su familia.
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Altamar con sabor tico
Este crucero es muy especial: es el Disney Destiny, uno de los nueve barcos de Disney. El próximo 20 de noviembre realiza su primer viaje partiendo desde Fort Lauderdale hacia las islas del Caribe.
Antes de zarpar, el tico ha entrenado duro durante semanas, en lo que él llama un “tiempo de prácticas”. Todos reciben capacitación, les pagan normalmente y se preparan para el ritmo del crucero una vez se inaugure.
En su camino, cruzó el Atlántico: “Al inicio estaba en Europa, el nuevo crucero lo construyeron en Alemania y después pasó a Holanda”, cuenta. Ahí tuvo sus primeras experiencias en el extranjero: conoció Ámsterdam y Groningen en Holanda.
También, la isla de Funchal, donde nació Cristiano Ronaldo. “Eso me gustó mucho, conocí la tierra del Bicho”, admite con entusiasmo a pesar de ser del Barcelona.
El ambiente Disney
Jefry describe la vida a bordo de forma muy positiva. “Son muy alegres los cruceros Disney, el ambiente es muy lindo, cálido.
“Todos los días hay actividades, para los clientes y para nosotros, la tripulación”. Cuando tienen oportunidad, baja en los puertos.
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Para él, este trabajo no es solo una forma de ganar más dinero, es una oportunidad para transformar su futuro.
“El trabajo me cambia muchísimo la vida”, reflexiona. Y explica: “Tengo un mes y una semana de estar fuera de Costa Rica… Es difícil para mi esposa, mi hija, pero siempre hablamos por teléfono”.
¿Por qué se fue?
Jefry no oculta la razón de su partida. “Me vine porque en Costa Rica cuesta conseguir trabajo y más en Puntarenas”, confiesa.
En su amado Puerto, las oportunidades laborales son limitadas, los salarios bajos, y la estabilidad incierta.
Para él, trabajar en el crucero fue una puerta abierta: no se trata solo de un empleo, sino de una apuesta para asegurar el bienestar de su familia.
Además, sabe que su tiempo a bordo tiene un límite: “Firmé por 6 meses”, recuerda, eso sí, con la ilusión de poder continuar.
Lejos del país, Jefry lleva consigo el sabor de Costa Rica. Aunque vive en altamar, su corazón está en Puntarenas, donde están su esposa, su hija y su memoria de empanadas hechas en casa con su mamá. Cada envío de dinero, cada llamada, es un recordatorio de por qué decidió dar este salto.
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Otro tico en crucero
Hace poco compartimos la historia de otro costarricense que ha tomado el mar como escenario de vida: Mario Alberto Saborío, oriundo de Alajuela y cantante en cruceros desde hace 20 años.
Jefry ahora se suma al legado de ticos en altamar, demostrando que con valentía y trabajo se pueden cruzar fronteras y convertir sueños humildes (como vender empanadas en Puntarenas) en oportunidades mundiales.






