María Alvarado es una vecina de Desamparados que vio cómo el teletrabajo convirtió su vida en una pesadilla, al punto que tuvo que pedirles a los jefes que la dejaran volver a la oficina.
Ella trabaja en un call center, y al contrario de muchos empleados, durante la pandemia tuvo que hacer trabajo presencial, por lo que en aquel momento no vivió el encierro que la mayoría de los ticos experimentaron. Fue hasta diciembre de 2023 que sus jefes decidieron enviarla a ella y a sus compañeros a trabajar desde la casa.
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En un primer momento, María quiso ver su nueva modalidad de trabajo como una oportunidad de salir de las presas y el caos de las calles, pero poco a poco la situación se complicó.
Ella es estudiante universitaria y en ese momento recibía clases virtuales. Como sus horarios laborales son rotativos, tenía que ir acomodando las clases a sus ratos libres y empezó a ver cómo su rutina la hacía permanecer encerrada en su casa todo el día, todos los días.
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“Me levantaba temprano para ponerme a trabajar y cuando terminaba mi horario laboral, tenía que conectarme para las clases de la universidad. Había cuatrimestres que era al revés, estudiaba temprano y luego me conectaba a trabajar. Había días en los que ni siquiera tenía chance de salir a ver el sol; el encierro era total y eso empezó a afectarme mucho, pues me daban crisis de ansiedad”, relató la trabajadora.
El otro factor que afectó mucho a Mary es que pasaba el día completamente sola.
Accidente la afectó aún más
En el 2024, ya cuando su salud estaba bastante afectada por estar encerrada y por la soledad en la que vivía, un accidente agravó todo.
Sufrió una caída y se fracturó un pie, por lo que el encierro se agravó aún un más, ya del todo no podía salir porque no podía caminar.
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“Cuando me recuperé, hablé con mis jefes y les dije que necesitaba ir a la oficina para salir de mi casa, y me dieron permiso de hacer trabajo presencial varias veces a la semana. Eso me empezó a ayudar a salir de la depresión en la que estaba, porque cuando iba me relacionaba con otras personas que hacían trabajo presencial.
“Ahora trabajo en otro departamento en el call center y hago trabajo combinado entre teletrabajo y presencial. Además, me metí al gimnasio y algunas clases de la U son presenciales. Todo eso me ha ayudado mucho con mi salud mental, me siento mucho mejor”, manifestó.
Al igual que María, muchas de las personas que hacen teletrabajo ya se cansaron de esa modalidad y prefieren la combinada entre trabajar algunos días desde la casa y otros ir a la oficina.
Así lo reveló un sondeo realizado por académicos del Centro Internacional de Política Económica para el Desarrollo Sostenible de la Universidad Nacional (UNA).
97 de cada 100 de las personas que hacen teletrabajo y participaron en la encuesta, manifestaron que se sienten a gusto con esta medida; sin embargo, casi la mitad de las personas consultadas (49 de cada 100), dijeron que preferirían una modalidad mixta (que combine con la presencialidad algunos días de la semana), mientras que solo cinco de cada 100 considera que lo mejor sería que fuera 100% virtual.
El sondeo obtuvo 209 respuestas de personas que respondieron un formulario en línea, dirigido a personas mayores de 20 años.
“Con respecto a la cantidad de días que realizan teletrabajo, las afirmaciones fueron diversas. Del total de consultas respondidas, 97 dijeron que lo hacían cinco días a la semana, 26 respondieron que tres, 21 dijeron cuatro, 11 señalaron dos y cinco personas, una. Incluso hubo dos respuestas que indicaron seis días a la semana y cinco más los siete días”, informó la UNA.
Se ahorra en algunas cosas, pero se gasta más en otras
Las personas que participaron en el estudio reconocieron que el teletrabajo les hace ahorrar en algunos aspectos.
Solo en el caso del combustible, alrededor de 68 de cada 100 personas entrevistadas indicaron que percibió un ahorro de ¢17.678, mientras que quienes se trasladaban a sus lugares con el transporte público reportaron una disminución de hasta ¢15.198.
Ahora bien, en algunos gastos del hogar los gastos más bien subieron.
“Ejemplo de ello fue el relacionado con la compra de equipo de oficina, muebles y artículos de limpieza, los cuales incrementaron la facturación en ¢15.075. También, los participantes del sondeo reportaron un mayor gasto en la tarifa eléctrica en 6.576 colones en promedio (un 71% opinó así). Asimismo, subieron los gastos por consumo de alimentos en el hogar (¢12.832 en promedio) y de servicios como agua potable e Internet (¢4.990).