A un año de ganar la elección presidencial don Carlos Alvarado, sería mezquino no reconocerle la valentía que ha tenido para entrarle a temas a los que espueludos políticos les comieron gallina.
Si alguno de los exmandatarios, partiendo de 1986, es decir hace 36 años, hubiera tenido la mitad de las agallas de Alvarado en materia fiscal y freno a beneficios de empleados públicos, no dudo de que estaríamos volando a nivel mundial y no sufriríamos el estancamiento que nos agobia desde hace décadas.
Lástima que Óscar Arias (1986-1990 y 2006-2010), Rafael Ángel Calderón (1990-1994), José María Figueres (1994-1998), Miguel Ángel Rodríguez (1998-2002), Abel Pacheco (2002-2006), Laura Chinchilla (2010-2014), Luis Guillermo Solís (2014-2018), por puro cálculo político, desperdiciaran tanto tiempo y nos acercaran peligrosamente al abismo.
Alvarado, junto con una Asamblea Legislativa acorde a lo que necesita el país, frenaron la caída pero seguimos al borde del precipicio.
Faltan aún tres años de gobierno, si esa línea de pensamiento y de acciones se mantiene, el país empezaría a enrumbarse por el camino correcto y el futuro gobierno, 2022 al 2026, tendría una plataforma sólida para que pudiéramos despegar.
Sin embargo, ya hay señales peligrosas que harían que tanto el Gobierno como los diputados borren con los codos lo que han hecho con las manos. Algunos están volviendo a la vieja y dañina política partidista pensando en las próximas votaciones.
El error sería mayúsculo, la misma fracción legislativa del PAC ha dado el mal ejemplo con el trato preferencial a las cooperativas, al insistir en que no se los cobre la renta siendo conscientes de la gran entrada de dinero que esto significaría para las vacías arcas del Estado.
Ojalá que el mandatario Alvarado y la Asamblea Legislativa vuelvan a la cordura y pongan los intereses del país por delante de sus partidos, como lo venían haciendo.