Otra vez podemos visitar el parque nacional volcán Turrialba, cerrado durante ocho años porque estaba en una fuerte actividad y ver, entre otras bellezas, su cráter activo, quetzales y la costa caribeña en su esplendor.

Los volcanes son impredecibles, pero el riesgo parece haber pasado. Subir es una experiencia única: las bellas vistas, los animales silvestres que habitan el parque y la oportunidad de ver de cerquita un volcán activo son motivos de sobra para ir.

Los científicos y las autoridades del Sinac decidieron reabrir el parque porque han visto que el Turrialba se ha mantenido estable los últimos cuatro años y de todas formas a diario lo monitorean por aquello de que haya cambios.

El volcán recibirá visitantes ya casi, a partir del 4 de diciembre, y las autoridades esperan que esto les dé un empujón a los comerciantes de la zona.

Miguel Salazar es guardaparques y trabaja en el Turri desde el 2012. Llegó poco antes de que se pusiera chúcaro y tuvieran que cerrarlo.

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Él nos cuenta cuál es el paisaje que verán los visitantes.

“Por todos estos años de actividad y caída de lluvia ácida, parte de la vegetación cambió bastante y alguna desapareció. En él área de los tres cráteres, por ejemplo, ya no hay nada verde porque el volcán sigue expulsando gases.

“Hay un callejón al que la gente le dice ‘bosque quemado’ porque es hacia donde el viento lanza la ceniza y los gases y todo ahí está seco”, contó Miguel.

Experiencia chivísima

El guardaparques asegura que visitar el parque es una experiencia lindísima de principio a fin porque la riqueza natural es muy grande.

“La entrada cambió, ahora no se entra por La Central, sino por la finca Montecalas, porque la zona por la que se llegaba está en un proceso legal ya que una familia asegura que parte del terreno en el que está el camino es de ellos”, detalla.

“Al puro principio se pueden ver un montón de quetzales, ya desde ahí uno empieza a disfrutar. Luego se empieza a subir y comienzan a verse paisajes muy bellos: se ve el valle de Turrialba; el cerro Chirripó, el Valle Central, varios volcanes y ya en la parte más alta hasta se ve la costa caribeña”.

En la cima las personas podrán permanecer unos 20 minutos en el mirador recién remodelado; el anterior se dañó por la lluvia ácida. Ahí cada quien decide si quiere contemplar el volcán, tomar videos, fotos o selfis para rajar con el paseo.

“Se ha pensado mucho en la seguridad de los visitantes y por eso hay siete pantallas de protección a lo largo del recorrido, por aquello de una emergencia. El personal que guiará los recorridos está capacitado para actuar en esos casos y conocen las rutas de evacuación”, explica el guardaparques.

“Es importante destacar que toda la gente que entre al parque debe hacerlo con un guía del lugar porque se necesita tener el control de dónde está cada visitante para evitar riesgos, con esto evitamos el ingreso ilegal de personas, que ha dado bastante en los últimos años”, dijo el funcionario.

Entre las características que resaltó el guardaparques está el clima del lugar. En la mayoría de los volcanes el frío en bastante, pero en el Turri el clima es muy agradable y no se necesita abrigo.

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Mucho cuidado

No solo el mirador está recién remodelado, también el portón de la entrada, la casetilla de cobro y los baños.

Debido a la pandemia, el Ministerio de Salud ordenó recibir solo a la mitad de personas que el parque puede acoger.

Miguel detallas que al inicio la entrada al parque será de 5 a 11 de la mañana.

Los visitantes ingresarán en grupos de 17 personas y cada uno deberá ponerse un casco y respetar las medidas sanitarias ya conocidas como el distanciamiento social entre burbujas, usar mascarillas y lavarse frecuentemente las manos.

Cerca del parqueo, en la entrada, hay un restaurante para quienes quieran comerse un gallito. Se espera que pronto se instalen también mesitas para que las familias comparta alimentos que lleven desde la casa.