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Empleado de la Casa Presidencial ha sobrevivido a 11 gobiernos

Marco Ramírez empezó a bretear en Zapote cuando solo tenía 20 años y acumula 40 años a las órdenes de los presidentes de Tiquicia

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El pasado miércoles 9 de mayo, a las 8:15 a.m., los trabajadores de la Casa Presidencial salieron de sus oficinas para reunirse en el patio central, todos estaban listos con sus celulares en la mano para darle la bienvenida al nuevo presidente de la República.

En medio de aplausos y felicitaciones un señor canoso destacaba entre los funcionarios, su nombre es Marco Ramírez, tiene 60 años y es un vecino de "Desampa", quien se mantenía atento a las palabras de Alvarado, un discurso parecido al que viene escuchando desde hace 40 años.

La primera vez fue en 1978, cuando don José Rafael Cordero Croceri, entonces ministro de la Presidencia, se lo trajo de su despacho de abogados, donde trabajaba, a que lo ayudara en Casa Presidencial, durante la administración de Rodrigo Carazo Odio (1978-1982)

Don Marcos empezó a trabajar desde los 15 años en la oficina de abogados, y cuando tenía 20 empezó su primer periodo como parte del personal de la Casa Presidencial.

“Sinceramente, le digo la verdad, no conocía mucho, no tenía conocimiento de nada de lo que era un gobierno. Después, a los años, fue que aprendí y hasta la fecha tengo 40 años de trabajar aquí en la Casa Presidencial", comentó Ramírez.

Aunque don Marco no se atreve a calificar o evaluar el trabajo de cada presidente, en su memoria guarda recuerdos de algunas anécdotas graciosas que se comentan entre quienes trabajan en el mismo edificio que el presidente de la República.

Estuvo bajo las órdenes del entonces viceministro de la presidencia don Manuel Carballo, en el despacho de don Jorge Manuel Dengo; con don José Maria Figueres (presidente 1994-1998) trabajó en el departamento de comunicación y también fue salonero, en los últimos 15 años se ha encargado de repartir la correspondencia interna.

Su trabajo le permitió ser testigo de visitas tan importantes como la del presidente de EE. UU., George Bush padre, durante el gobierno de Oscar Arias, y recuerda con mucho cariño la llegada del papa san Juan Pablo II.

Hicimos un repaso con don Marco para conocer estas cosas curiosas que pasan detrás de los portones de Zapote y que pocos conocen.

La primera historia que recordó fue la del “lagarto de Carazo”. A Rodrigo Carazo le regalaron un lagarto chiquito que por algún tiempo vivió en la fuente en el mismo lugar donde está hoy un petroglifo (piedra tallada por los indígenas) que llegó en la misma época.

“El animalito vivió en una piscina (la fuente de patio central) que había aquí, “ahí vi caer a muchos compañeros y periodistas”, contó Ramírez.

Sobre don Luis Alberto Monge recuerda que era muy humilde y que siempre saludaba de las mañanas por las oficinas “Buenos días, muchachos, ¿cómo amanecieron hoy?”.

Don Oscar Arias fue siempre muy aparte, “el estaba en su mundo, saludaba a la gente del personal, pero no era de conversar mucho, más bien doña Margarita Penón (primera dama) era simpatiquísima”.

Lo que no fue simpático para Arias fue una alfombra blanca que le pusieron en la oficina que mandó a desaparecer, porque no lograban que se mantuviera limpia y terminó siendo un dolor de cabeza. “Cuando él llegó y encontró la alfombra inmediatamente se puso muy bravo y la mandó a quitar”.

De don Rafael Ángel Calderón recuerda con cariño que ambos son aficionados de la Liga Deportiva Alajuelense. “Al presidente le regalaban entradas para que fuera con la familia al estadio, pero cuando a él no le daba chance de ir las repartía entre el personal, entonces íbamos a los estadios con las cortesías del presidente”, aseguró don Marco.

De la época de José María Figueres recuerda que llegaba a las 5 a.m. y se iba a las 10 p.m., a veces hasta las 11 de la noche, le gustaba andar en bicicleta y se metía a la cocina donde preparaban la comida de los guardas, para “robarse un gallito”. “A él le gustaba más la comida de esa cocina que la de la que preparaban para presidencia”, recordó.

De don Miguel Ángel no guarda muchos recu, erdos porque era muy aparte del personal, todo lo contrario de don Abel Pacheco, que todos los días se iba a saludar a todos los despachos deseando los buenos días.

En el segundo mandato, don Óscar Arias era un poco más atento, saludaba y daba la mano más, era más simpático esa vez, pero no significaba que se pusiera a contar chistes o bromas.

A doña Laura la conocía del barrio desde pequeña, “jamás me imagine que iba a ser la presidenta de la república, no por ser mujer sino porque la conocí muy humilde muy tranquila ella, una señora muy cordial de respeto. Fue una cosa muy bonita después de no verla por años en el barrio y topármela ahora como presidenta”.

El ahora expresidente Luis Guillermo Solís sacó nota 100 con él. “Al final ya hasta se aprendió mi nombre, me decía: 'Buenos días, Marquito', pero ya al final me quedé sorprendido”, Ramirez dijo que era la primera vez que un presidente se aprendía su nombre.

Para don Marcos es una belleza tener de jefe a un muchacho tan joven. “Me siento también muy orgulloso, porque entra una persona joven pero también con mucha mucha experiencia. Yo veo que él tiene demasiada experiencia, mucha capacidad, porque ser joven no significa que no tenga experiencia, porque sí tiene mucha experiencia", aseguró.

La semana pasada, cuando lo presentaron con don Carlos, le contó que esta iba a ser su última administración, porque ya le falta poquito para pensionarse, luego de pasar por 11 presidentes, cambio de siglo y si sigue con salud hasta celebrar los 200 años de Independencia como parte del personal de la Casa Presidencial.

Bella Flor Calderón

Bella Flor Calderón

Comunicadora

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