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En esta sala la vida es más sabrosa

Escultor tico hace verdaderas obras de arte con la arena, por ejemplo, en marzo del 2017 amuebló la playa.

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Ir a la playa y relajarse vienen siendo la misma cosa.

Se siente uno tan a gusto como en la propia casa, pero en esto Saúl Vargas les ganó a todos porque hasta tiene su propio juego de sala sobre la arena de Manuel Antonio, en Quepos.

Saúl, de 33 años, hace verdaderas obras de arte con la arena, por ejemplo, en marzo del 2017 amuebló la playa.

“Normalmente uno tarda dos días, pero algunas veces se hace en tres, todo depende del clima porque entre más seco esté más difícil es mantener algún detalle que uno hace”, explicó.

Cuenta que este tipo de conjuntos los ha hecho varias veces y siempre levanta dos sillones pequeños, uno largo, una mesa de centro y un televisor con su respectivo mueble.

“Lo que hago es muy resistente, tanto, que la gente puede sentarse y tomarse fotos. Claro, les tengo que decir que lo deben hacer con cuidado porque pueden pasearse en todo”, comentó.

“Hay un detalle que gusta mucho y es el televisor, le pongo perillas porque me gusta hacerlo como los de antes que eran de blanco y negro”, añadió.

Agrega que cuando los turistas se sientan, se relajan tanto que hasta se quedan dormidos en los sillones.

“A algunos los he tenido que despertar”, recordó entre risas.

Este artista no solo sabe hacer juegos de sala, también esculpe cocodrilos, caballos, ballenas, sirenas, pulpos y hasta elefantes, todo lo que usted se pueda imaginar. En promedio usa entre 8 y 10 horas en cada figura.

El secreto para alcanzar tal grado de perfección, según confesó es sencillo: el amor y dedicación que le pone a cada una de sus obras.

“Lo que uso para hacer todo esto es una brocha que me sirve para afinar las partes a las que les quiero dar forma. Un palito de los que se usan para cocinar pinchos de carne, con eso hago detalles como los ojos o manos. Y un balde con el que jalo agua para que las figuras no se resquebrajen”, mencionó.

Saúl solo usa agua de mar para mantener sólidas sus esculturas y las moja cada cuatro o cinco horas.

“Solo uso agua de mar porque el agua dulce más bien desbarata la obra, lo que hace el agua salada y compactar la arena y eso hace que se mantenga”, dijo.

Saúl nos dijo que nunca le han destrozado una obra, pero que algunas personas por curiosidad las tocan y las dañan.

“En algunas ocasiones uno se enoja porque creen que lo que uno hace está hecho en cemento, entonces lo dañan, eso molesta, pero por dicha yo ya se cómo reparar los daños”, explicó.

Mochilero del mundo

Este joven dice ser mochilero, ya que desde los 20 años que salió de su casa en San Vicente de Tres Ríos ha andado por todo el mundo.

“Salí de mi casa porque tenía problemas con las drogas, desde ese momento sabía que debía trabajar para ganarme la comida.

"Un día estaba en Puntarenas y vi a una persona haciendo esculturas, le pregunté unas cuantas cosas y fue así como empecé en esto, no se cómo explicar lo que hago, creo que es un don”, mencionó.

“Antes trabaja en construcción, pero dejé muchos trabajos botados por culpa de las drogas, ahora hago algo con lo que me identifico y que me gusta mucho”.

Desde que Saúl decidió vivir de su arte, anda pa’ arriba y pa’ abajo con su tienda de campaña. Él conoce la mayoría de playas del país, aunque afirma que en las de Puntarenas le va mejor.

Mucho detalle
A cada escultura debe aplicársele 8 litros de agua de mar cada cuatro o cinco horas o bien, cuando la arena de la obra luzca blanca para que no se caiga.

“Yo voy a una playa y hago una escultura, la gente me paga por lo que hago, pongo una camisa y me tiran monedas y billetes. Un día bueno para mí son ¢35 mil y uno malo anda por ¢12 mil. La gente es muy generosa, reconocen mi trabajo y eso para uno es muy valioso”, comentó.

Sus obras no solo las han visto en Costa Rica, también en otras naciones como Túnez, Alemania y Francia.

“He estado en esos países, por eso he aprendido otros idiomas, sé hablar francés, alemán e inglés, no lo sé escribir, pero me defiendo cuando me comunico”, añadió.

En esos países ha dejado el nombre de Costa Rica en alto porque impresiona a todos con sus esculturas y obviamente a todos les raja diciendo que viene de un hermoso país de Centroamérica.

“La arena en Costa Rica es especial, es más compacta, en otros países es más delicada, no se cuál es la explicación del por qué sea así, pero yo como artista lo siento”, agregó.

Saúl tiene como tradición romper cada figura que hace cuando abandona una playa, pues en una ocasión una persona sacó provecho haciéndose pasar por él.

Bryan Castillo

Periodista

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