Sudan la camiseta contra el covid, para ellos es como hacer una maratón diaria

Trabajadores de la Salud terminan sus turnos empapados al batallar por la vida.

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Después de cada turno de trabajo, sea en la mañana, tarde o noche, los trabajadores de la salud, en todo el país, terminan igual: con sus rostros cansados, cuerpos sudados y corazones deshechos.

Desde el pasado 6 de marzo esta realidad es parte de lo que se ve en los salones de hospitalización y cuidados intensivos, provocando que cada turno de 8 horas sea casi como correr una maratón.

Un claro ejemplo de todos los “maratonistas” que tiene la Caja es Julio Artavia Quirós, él tiene 29 años y desde los 24 está al servicio de los pacientes, los cuales son el motor que lo impulsan a seguir creciendo como persona y como profesional.

Este entregado enfermero, oriundo de San Carlos, con un doctorado en salud mental, actualmente está entregado en alma, vida y corazón a quienes tienen covid-19 y están hospitalizados en el Centro Especializado de Atención de Pacientes Covid (CEACO).

“Literalmente termino cada turno empapado en sudor, además, empapado de las vivencias, experiencias y ocurrencias de mis compañeros de todas las especialidades que luchamos por sacar adelante a los costarricenses que se enferman por causa del covid-19, responsable de la pandemia” dice Artavia.

Huellas de amor

Entre risas y suspiros, el también bailarín de folclore, narró que estar en la primera línea de atención en el CEACO le deja muchas enseñanzas y que agradece a Dios y a la vida el lugar que ocupa en estos momentos de incertidumbre y temor.

"Uno se hace más fuerte, más solidario y más empático, no hay jornadas iguales, cada día es distinto y cada paciente es diferente.

"Cuando me comunico con mi familia, mis amigos o conocidos, por medio de mensajes, llamadas o audios, les cuento que enfrentarse a un día es como hacer una maratón; uno sabe que será difícil, pero no se imagina cuánto.

“Aunque a veces siento que no aguanto los equipos de protección personal como el quimono, me reconforta saber que, tanto mis compañeros como yo, estamos dejando una huella de amor y sacrificio a las futuras generaciones”, dijo con orgullo.

Gran vocación

Para el doctor Roberto Aguilar Tassara, director general del CEACO, y la doctora María Luisa Badilla Chinchilla, directora de Enfermería, el recurso humano con el que cuentan es lo que hace grande al centro médico.

“Cuando yo los veo con esos equipos de protección, que parecen de astronautas, empapados en sudor y llenos de fatiga, solo pienso en la vocación que ellos tienen y como hacen mérito al juramento que hicieron al graduarse.

"Grandes enseñanzas dejan a las generaciones venideras estos rostros de la Seguridad Social” expresó el doctor Aguilar.

“Este año ha sido un tiempo de grandes retos, después de siete meses de pasar a ser CEACO me siento muy orgullosa del equipo de trabajo.

"Valoro y rescato la manera particular de cada trabajador, la mística de cada enfermero, auxiliar, de cada paciente. Para el servicio no ha sido fácil, pero es una gran experiencia y estamos cumpliendo con la misión que se nos encomendó” mencionó la doctora Badilla.

Maratón peligrosa

Esta maratón de la que habla Julio Artavia, tienen que hacerla los trabajadores de la salud con mucho cuidado porque ya han fallecido 3 doctores y otros 5 colaboradores de los diferentes hospitales del país, que se contagiaron de covid-19 al estar trabajando.

“No es sólo tener al paciente estable sino el papel emocional y con el abordaje con distintas terapias se logra ver la evolución más pronto.

"Cuando yo estoy con un señor, una señora o una persona más joven imagino que es mi mamá, mi papá, mi hermano, mi amigo y trato de transmitir ese mensaje vivencial a mis colegas y compañeros. Y es que de verdad uno siente una satisfacción que viene de lo alto, cuando se entrega sin reservas” asegura el joven sancarleño.

"Nos bañamos las veces que corresponda, pueden ser cuatro o seis veces al día. Cada vez que hay que ingresar a los cubículos con pacientes covid-19 lo primero que se hace es quitarse el equipo de protección con todas las medidas y ducharse lo mejor que se pueda.

“Esta práctica uno la hace a cualquier hora del día o la noche y no existe derecho ni oportunidad para decir no voy a hacerlo porque es un acto de bondad, de respeto, de compañerismo y lealtad por los compañeros” agregó.