Entre cielo y tierra no hay nada oculto. Y si existe alguna duda sobre esta enseñanza podemos preguntarle al diputado Rodolfo Peña Flores, del Partido Unidad Social Cristiana. También podríamos preguntarle si de niño leyó el cuento de Pinocho.
Resulta que el señor legislador, integrante de la Comisión de Nombramientos de la Asamblea Legislativa, le mintió a La Nación y a otros medios de comunicación sobre su cercanía con la jueza Damaris Vargas Vásquez, candidata a magistrada de la Sala I de la Corte Suprema, quien sí ha sido clara y transparente como lo exige su investidura.
Al ser consultado Rodolfo Peña sobre sí tenía alguna relación de amistad o de cercanía con la aspirante a magistrada, dijo que la había conocido en la universidad y que luego perdió contacto con ella. El octavo mandamiento totalmente mancillado.
El diputado haciendo honor a su segundo apellido, le mandaba flores a Vargas, hasta participaron juntitos en topes, porque se conocen desde que estaban en cole, linda etapa en la que fueron novios. Estos y otros detallazos los reveló el Semanario Universidad.
La jueza Damaris Vargas sí reconoció haber tenido una relación de noviazgo con el hoy diputado.
En 1994, siendo jueza agraria en Liberia, con total transparencia y honestidad ella presentó una solicitud para hacerse a un lado y no conocer un caso en contra Rodoflo Peña. Lógicamente la petición fue aceptada.
En aquél momento ella alegó que mantenía una amistad íntima con el demandado Peña Flores, “amistad que aunque no llega al extremo de convivencia, según su criterio, sí puede ser calificada consuetudinariamente como relación de noviazgo de conocimiento público”.
Lástima que de esa transparente lección, el hoy supongo que exnovio, no aprendiera nada.