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“Este es mi Hijo amado: escúchenlo”

Y aunque a veces nos puede pasar como a Pedro, que no sabemos lo que decimos ni lo que hacemos, estamos llamados a poner nuestra atención en la Palabra

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En este segundo domingo de Cuaresma, seguimos avanzando en el camino que nos lleva a la Pascua, lugar donde contemplaremos el Misterio de nuestra salvación, realizada en Cristo. No podemos perder de vista que este itinerario cuaresmal se debe vivir pensando en el Misterio del Bautismo, de aquellos que lo recibirán el Sábado Santo, y de aquellos que renovaremos nuestras promesas bautismales.

Para llegar bien dispuestos a vivir estos Misterios de fe, se nos invita cada domingo a dar pequeños pasos: El domingo anterior se nos hacía ver que para poder vencer las tentaciones, es necesario confiar en Dios; pues, si Cristo venció las tentaciones, en Él, nosotros también las venceremos. Sin Jesús no podemos hacer nada, por eso hay que abandonarnos en Él.

Y esta segunda semana de Cuaresma, se nos invita a prestar atención a la Palabra que nos dice el Padre: Vemos en la primera lectura a Abraham que escuchó lo que Dios le prometía y creyó, de tal manera que Dios hizo alianza con él.

Por otra parte, el salmista nos anima a dirigirnos al Señor como nuestra luz y salvación, nuestro defensor y nuestro auxilio; de modo que, podemos acercarnos a Él sin temor. De hecho, en la presencia del Señor el amor echa fuera todo temor.

Y aunque a veces nos puede pasar como a Pedro, que no sabemos lo que decimos ni lo que hacemos, estamos llamados a poner nuestra atención en la Palabra que se nos está anunciando, pues esta Palabra nos va a sostener en los momentos difíciles que, como hijos de Dios tendremos que enfrentar, si queremos verdaderamente ser discípulos de Jesús que va hacia Jerusalén, con la determinación de hacer la voluntad de su Padre: Dar la vida por nosotros para rescatarnos de la muerte y hacernos partícipes de su Resurrección y vida dichosa.

Teniendo estos dos pasos presentes: Confiar, y escuchar, podremos conformar nuestra vida a la de Cristo y ser transformados por Él.

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