Daniela Galli, de 23 años, denunció que el director de la carrera de Psicología de la Universidad Católica de Costa Rica, un hombre de apellido Chacón, le propuso tener relaciones sexuales a cambio de que le fuera bien en ese centro de estudios.

Si ella no aceptaba, entonces podía pasar que no se graduara nunca o que debía terminar la carrera en otro lado.

En la denuncia, la joven aportó como prueba pantallazos de una conversación por Whatsapp en la cual se puede leer la forma en que la joven es acosada, pero la prueba no fue dada por válida por la universidad.

José Rafael Fernández, vocero de la universidad para este caso, dijo que el centro de estudios no valida los mensajes de Whatsapp porque Galli dijo que ella había borrado la prueba antes del proceso administrativo que se llevó a cabo y un testigo que la acompañó dijo que quien borró el mensaje fue él. Eso generó dudas en el centro privado.

La muchacha dice que ha vivido un calvario y que solo quiere que la dejen estudiar. Contó que fue el Instituto Nacional de la Mujer (Inamu), donde la orientaron mediante el teléfono para hacer hacer la denuncia formal porque lo había intentado varias veces y no le daban pelota.

También dijo que acudió a la Conferencia Episcopal dos veces para exponer su caso y que no fue atendida. La Conferencia es miembro de la Federación Internacional de Universidades Católicas, a la que pertenece la Universidad Católica. Este miércoles sí fue recibida, cuando el caso se hizo público.

El cura William Rodríguez, vocero de la Conferencia, no respondió a la pregunta "¿por qué la Conferencia no recibió a la joven si ella fue dos veces? Solo remitió a un comunicado de prensa donde no se aclara ese punto.

Galli dijo que todo se inició en marzo del 2017. Denunció que Chacón tiene acceso a la información privada de los estudiantes.

“Todo lo que está en mi expediente puedo verlo, por eso tiene acceso al número de teléfono. Yo nunca se lo di”, sostiene.

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Contó que el acoso personal fue más intenso que el de Whatsapp. “Por ese medio fueron dos veces, una vez me contactó en relación a un curso (sin que hubiera acoso). La otra fue la conversación que di a conocer en mi perfil. Pero en persona me iba a buscar a clase, me perseguía, a veces tenía reuniones con él pero siempre fui acompañada”, dijo.

A la hora de las reuniones, añadió, no permitía que entrara con nadie. “Me decía que era bonita, que saliéramos a tomar un café, que pensáramos en ir a un hotel y yo le decía que no estaba interesada en él”.

Galli reveló que en febrero intentó contactar a la Conferencia Episcopal sin éxito y este martes, cuando lo intentó de nuevo, le dijeron que la iban a llamar en algún momento y eso fue la gota que derramó el vaso.

“Lo hablé con mis amigas y me dijeron que publicara una captura de pantalla (con un supuesto mensaje de Chacón) y ellas lo compartirían. Lo que queremos es que la gente se dé cuenta de la clase de persona que tienen en esa universidad y al exponer mi caso me sorprendí del montón de muchachas identificadas”, dijo.

Antes de la denuncia pública, Galli dice que acudió a la Dirección Académica de la U, a Vida Estudiantil de la U y a la Rectoría, tres instancias diferentes. Ninguna la atendió.

En diciembre fue cuando llamó al Inamu y allí le indicaron que hiciera la denuncia por escrito y la presentara en Recursos Humanos.

El fallo de la U es desfavorable para ella. Su mejor prueba (la conversación Whatsapp) la presentó fuera de tiempo (al sexto día y tenía tiempo hasta el quinto).

Prueba

El cura Fernández dijo que no ve justo que la joven haga pública la denuncia cuando la universidad agotó la vía administrativa y siguió el debido proceso.

Alegó que no pueden dar por buena la prueba del Whatsapp, necesitan que sea verificado. Por eso, cuenta Fernández, es la misma universidad la que manda el expediente con las pruebas al Juzgado de Trabajo del II Circuito Judicial para que allí se diga si esos Whatsapp son verdaderos o falsos.

“La universidad no admite la apelación de Galli por extemporánea, pero además decide llevar el expediente al Juzgado de Trabajo (La Teja pidió el número de expediente, pero al cierre no lo habían aportado) para que se resuelva en la vía judicial”.

Fernández dijo que antes de que la joven hiciera la denuncia de acoso hubo una primera denuncia del director contra la estudiante por haber justificado ausencias a un curso con incapacidades que correspondían a la madre de Galli. Por eso fue sancionada con la suspensión de la matrícula.