Rashany, Rashery y Rakhishel Padilla Rivas, las trillizas más famosas de Liberia, ya todas una señoritas de 16 años que este 2020 inician el quinto de colegio con la mirada fija en la universidad.

Ellas nacieron el 14 de marzo del 2003 y pusieron de cabeza la Ciudad Blanca con su llegada.

La medicina atrapó desde hace varios años a Rashany y Rashery; en el caso de Rakhishel está enamorada del turismo ecológico y es por ahí por donde caminará cuando llegue a la universidad.

Las tres hermanas estudian en el Liceo Laboratorio de Liberia, algo que tiene muy orgullosos a doña Elieth Rivas, la mamá y a don William Padilla, el papá; sobre todo porque figuran en el cuadro de honor del cole por sus buenas notas.

Al igual que ellas tres, este lunes 1.201.180 estudiantes el curso lectivo en nuestro, según datos del ministerio de Educación.

Siempre han sido muy unidas, desde que nacieron en el liberiano hospital Enrique Baltodano Briceño a falta de una semana para cumplir los siete meses en la pancita de su mamá, hasta estos días de enero en que tienen todos los útiles y uniformes listos para su último año colegial.

Muy alegres

Explican las trillizas que durante las clases son pura concentración, no hablan ni entre ellas a pesar de que muchos pensarían que por ser tan unidas pasan distraídas conversando, pero en los recreos y fuera de lecciones, son puras tejas con sus compañeros y hablan sin parar, además pasan muertas de risa porque son muy alegres.

Aquel 14 de marzo del 2003, a las 8:17 de la mañana, la primera en nacer fue Rashany Gabriela (pesó 1.100 gramos y midió 40 centímetros), ella es la más hablantina de las tres.

Un minuto después, a las 8:18 a.m., comenzó a llenar con su llanto el área de maternidad, Rashery Patricia (pesó 1.600 gramos y midió 42 centímetros), quien es la más calladita de las tres, es de las que hace sin muchas palabras, muy cumplidora.

Y por último, un minuto después, a las 8:19 a.m., fue el turno de nacer de Rakhishel Francini (pesó 1.500 gramos y midió 40 centímetros), es la más inquieta, la más activa, no se puede estar quedita un segundo.

Si bien son de personalidades muy diferentes, estas hermanas sí tienen algo muy en común: siempre buscan la excelencia en los estudios.

“No somos de malas notas o notas apenas para pasar, siempre queremos sacar el 100, para eso nos preparamos muy bien. El estudio ocupa tiempo y esfuerzo, nosotras damos el máximo”, explica Rashany.

Mamá orgullosa

Doña Elieth no cabe de la contentera de que sus tres “bebitas” ya van a entrar a quinto de colegio, mientras termina de revisar los útiles y los uniformes se le revuelcan todos los recuerdos de los 16 años anteriores.

“Son un tremendo orgullo para mí, nunca han pedido lujos o ropas de marca, al contrario, imagínese que este año, antes de entrar a quinto, ya me dijeron que ni pensara en el baile de graduación porque vale 60 mil el paquete, sin contar los vestidos y ellas saben que no hay cómo comprar para las tres y los papás. Por eso, me advirtieron que me concentrara en la graduación, que ese será el gran evento del año, el día de recibir el título, me dicen que ese día será cuando bailemos de alegría.

“Cuando me dijeron que ni pensara en el baile por lo caro, recordé aquellas noches sin dormir que viví al inicio, porque fue muy duro para mí, claro, la familia ayudó (sobre todo doña María Calderón, la abuelita materna y María Elena, la hermana de doña Elieth) sino no habría sido imposible, una no tiene tres manos y con trillizas hay que olvidarse de dormir, es casi imposible, solo raticos.

“Recordé aquellas noches sin dormir porque hoy día digo que todas valieron la pena, mis hijas son un orgullo, una gran bendición, son muy aplicadas en los estudios”, dijo la mamá, quien sigue viviendo con sus “pequeñitas” en el barrio Capulín, en la casita que le regaló la Mutual Alajuela (Grupo Mutual), en el 2003.

Pañales carísimos

La mamá también recordó que en los primeros años lo más difícil fue conseguir el dinero para los pañales, porque nunca alcanzaban, incluso, recuerda que tenía que hacer de tripas chorizo. Les ponían pañales de tela en el día y en la noche desechables porque 60 pañales desechables valían, en el 2003, cinco mil colones y le duraban dos días si los usaba a toda hora, por eso tuvo que usar de tela y lavar grandes tandas.

Agradeció mucho a Patricia Porras, de Reciclando Esperanzas, quien jamás ha dejado de ayudarles, con pañales y con todo lo que ella puede, de hecho, es la única persona que sigue echándoles el hombro, porque cuando se anunció el embarazo de trillizas y al nacer, todo siempre fue bulla; sin embargo, a los pocos días del nacimiento reinó el silencio y las ayudas desaparecieron.

“Nos ha tocado difícil, el dinero jamás alcanza, pero no nos quejamos, Dios siempre nos ayuda para que haya comida en los platos. Mis hijas saben que hay días en que deben ir sin un cinco al colegio, pero no se quejan, siempre son positivas, eso uno lo agradece.

“Yo digo que ya los momentos duros pasaron, ahora ellas están en quinto y se vienen días mejores, si bien la universidad es cara, Dios sabrá cómo ayudarnos”, aseguró doña Elieth.