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Fiebre de la Navidad tarda tres meses en levantar villa

Pensionado aprendió a matar el tiempo de una forma muy curiosa

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German Hernández Rodríguez construye cada año una villa navideña con casi 400 figuras que compró por los últimos siete años.: Flor Calderón (Bella Flor Calderón)

Buscó como matar el tiempo, y terminó convertido en un experto en levantar una hermosa villa navideña. Esta es la debilidad de don Germán Hernández Rodríguez, de 72 años, jubilado del Poder Judicial que desde el 2008 levanta una ciudad mágica en la sala de su casa.

Durante varios años trabajó en una mueblería que le heredó su papá y después se fajó 23 años en el departamento de mantenimiento y construcción del Poder Judicial hasta el 28 de febrero del 2006 cuando se pensionó.

Ese día empezó la búsqueda de un pasatiempo que lo mantuviera ocupado, algo que pudiera combinar con su rutina de natación y levantamiento de pesas que hace en los gimnasios del OIJ.

Fue así como lo golpeó el espíritu navideño, esa fue la respuesta a cómo ocupar su tiempo y ahora la villa navideña la comienza a construir en setiembre y la termina en noviembre.

Durante tres meses, cada día va armando cada espacio y colocando cada pieza de la compleja decoración Foto: Flor Calderón

“La primera pieza que compré fue por allá del 2008, la compré en un Hipermás. Era una casa blanca que se iluminaba, la vi y me pareció preciosa”. Confesó que a partir de ahí no ha parado de comprar cositas, le entró la espinita y desde entonces acumula villas de cerámica, figuras de personajes y luces navideñas con las que decora ese espacio de su casa.

Ese primer portal solo tuvo un espacio modesto sobre una chimenea falsa que colocaban en la sala al lado del árbol de Navidad. Ahora la villa navideña se coloca en una mesa que él construye de unos tres metros en forma de “u” con un segundo piso que se combina con la chimenea.

Esta casita blanca fue la primer pieza que compró y la que le alimentó la fiebre por las figuras navideñas. Foto: Flor Calderón

El enorme árbol se sustituyó por uno pequeño que es parte de la impresionante decoración que le lleva unos tres meses. Luego la mantiene hasta febrero en el apartamento que comparte con su esposa e hijo menor cerca del centro comercial de Sur, en San José.

La decoración no tiene piezas religiosas porque no es católico, pero es un paseo por paisajes navideños como los que se podrían ver en tiendas de departamentos diseñadas por expertos.

Don Germán revisa muy bien el lugar de cada figura para que no se repita nada y todo parezca un pueblo de verdad. Foto: Flor Calderón

La inspiración la saca de internet, durante algunas horas al día se mete a revisar videos y fotografías de lo que otras personas hacen mientras va colocando las piezas hasta que se convence de que todo está en su lugar.

Por meses planea todo y gracias a sus habilidades en carpintería y la ayuda de sus seis hijos, en especial Kevin que vive con él, trabajan la instalación eléctrica, sacan las figuras de sus cajas, revisan si alguna ocupa reparación y van armando la ciudad, todo el proceso lleva su tiempo.

Es una tradición que toda la familia espera, y ya desde marzo empieza a revisar las colecciones de Lemax , tienda que vende figuras por internet.

Una gran parte de las piezas tiene su propia iluminación que combina con las extensiones de luz Foto: Flor Calderón

Son tantas la piezas que han coleccionado, que desde hace un tiempo dejaron de contarlas. Don Germán perdió la cuenta cuando iba por 400.

“En figuritas tengo más de 150 casas, unos 40 juegos de villas y otras 12 juegos de ferias (como las de Zapote), tengo una rueda de chicago, un molino de viento, una estación de bomberos, un hospital, una oficina de correo, un banco, una iglesia con cantores de Viena y el faro -¿Porqué no enciende el faro?, le pregunta a su hijo Kevin mientras conversa con nosotros. Luego retoma el tema, nombra la casa de chocolate, juguetería y los dos hoteles que se suman al mar de piezas.

Las motañas, la nieve falsa y las figuras son un tesoro para la familia Foto: Flor Calderón

Este tesoro que está protegido entre moldes de estereofón y láminas de algodón. “Yo veo cosas así y me enamoro”, dice mientras señala una casita.

“Cada casa cuesta aproximadamente ¢50 mil y cada juego de villas unos ¢90 mil, así que si nos pusiéramos a sumar, todo costó unos cuantos millones” aseguró Kevin Hernández, hijo y ayudante de este arquitecto improvisado de adornos navideños.

Toda la familia espera ver qué nueva figura va a querer don Germán para hacer el proyecto más bonito Foto: Flor Calderón

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