Cuando me dijeron que tenía que ir a cubrir la marcha en favor del presidente Rodrigo Chaves, mientras daba su discurso de rendición de cuentas, este lunes 5 de mayo, no sabía qué pensar.
¿Qué me iba a topar?, ¿sería pacífica?, ¿se pondría violenta?, pensé.
¿Cómo me iba a sentir?, ¿nervioso?, definitivamente; ¿preocupado?, tal vez; ¿asustado?, no, en realidad no, ¿por qué debería estarlo?
Ahora, esta no es la primera vez que voy a una actividad de este tipo, pero, sí la primera vez en que iba a una en la que sabía que no iba a ser bienvenido.
Aún se me pone la piel de gallina cuando pienso en ese momento, ¿a qué me refiero? ya casi llegamos a eso, antes, hay mucho que contar.
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Incondicionales
Cuando uno va a este tipo de actividades, ya sabe a lo que va.
Es por eso que no me asombró toparme a las decenas de seguidores del presidente Chaves, reunidas en la plaza de la Democracia.
Si bien la cita para su discurso estaba pactada para las 3 p. m., desde tempranito los seguidores comenzaron a amenizar el ambiente con pitoretas, tambores y pancartas.
Se podían escuchar los mensajes y gritos de aliento. Entre los que recuerdo estaban: “no está solo”, “sí se puede”, “muchas gracias”, “nadie podrá hacerle frente”, “llegó papá” y “adelante”.
Incluso, por ahí se asomó la publicidad que pide la renuncia de Rodrigo Arias, presidente del Congreso; Carlo Díaz, fiscal General; Marta Acosta, contralora General y Orlando Aguirre, presidente de la Corte Suprema de Justicia.
Llegó el “jaguar”
No obstante, pasadas las 2 p. m., se sintió un cambio de ambiente repentino, no sabría cómo explicárselos, pero fue como si los simpatizantes supieran que algo se venía.
Como un banco de peces, todos se voltearon hacia el costado de la plaza que da a la Asamblea Legislativa y, en cuestión de segundos, habían rodeado todo el perímetro que, dicho sea de paso, estaba cercado.
Como si se tratara de una pasarela, Chaves llegó acompañado de su escolta presidencial y asesores, quienes lo guiaron hasta las barandas que lo separaba de sus seguidores, para darse un baño de pueblo.
A lo largo de unos minutos, compartió con sus seguidores, algunos llegando a llorar, al momento de tenerlo frente a frente.
Pero no solo el presidente recorrió las calles de San José, también pudimos ver a la jefa del oficialismo en la Asamblea, Pilar Cisneros; a la exministra de la Presidencia, Laura Fernández y, a la exministra de Educación, Anna Katharina Müller, quienes se tomaron fotos, dieron discursos y hasta firmaron autógrafos.
Aún recuerdo a un hombre decirle a Fernández: “Esto va a valer millones”, mientras le firmaba una bandera tica.
Y, hablando de banderas, por ahí pudimos ver una de apoyo a Donald Trump. Algo que sí bien no nos asombró, se sintió un poco fuera de lugar.
“Este es el amor con el que me quedo”, decía Fernández mientras compartía con sus seguidores.
El instinto periodístico me hizo parar la oreja y al fondo, pude escuchar a un señor decir, con una sonrisa de oreja a oreja: “Vamos a olvidar la maldición que tuvimos con la otra Laura (Chinchilla), cuatro años perdidos”.
La hora de la hora
Antes de que nos diéramos cuenta, ya era momento de que el presidente rindiera cuentas ante el pueblo. Con una pantalla en medio de la plaza, todos los asistentes de la marcha podían escuchar clarito su mensaje.
Quizás, uno de los momentos clave llegó cuando el mandatario se topó con el presidente del Congreso y le dio la mano, un simbolismo que cayó como una patada entre sus seguidores quienes, entre insultos que no voy a replicar, pedían que Chaves le diera la espalda.
Pero, el momento que me marcó y que, por primera vez, me hizo sentir temor entre ese mar de gente, fue cuando un señor se subió a la tarima y en cada una de las ocasiones en que se mostraba una imagen de Rodrigo Arias, simulaba como si le estuviera disparando.
Las personas, en vez de calmarlo, lo alentaban entre risas y aplausos, antes de que se volviera y también simulara que le estaba disparando a la Asamblea Legislativa.
¿A eso es a lo que llegamos?, ¿Así se vive la democracia en Costa Rica?, ¿nuestra nueva idea de libertad es condenar y mandar a matar a la oposición?
Lo que comenzó como un rally para apoyar a un presidente terminó como un reflejo de todo lo que está mal con nuestra sociedad y me niego a pensar que eso es a lo que llegamos.