El reloj marca las 3:00 a. m. y, mientras la mayoría de Paraíso duerme, Chiqui ya está de pie. A las 4:00 a. m. comienza su jornada, recibiendo los periódicos que llegan a su esquina, cerca del parque de Paraíso, la misma donde ha trabajado durante 20 años.
“Yo me levanto a las 2 o 2:30 de la madrugada. Me dejan el periódico en mi casa y a esa hora empiezo el día. A las 4 ya estoy aquí y trabajo hasta las 10 de la mañana”, cuenta con orgullo.
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Este vendedor ha visto pasar generaciones completas de vecinos y clientes, y hoy se le reconoce por su amabilidad y su compromiso con el trabajo.
Más que vender, compartir noticias
Aunque su labor consiste en vender periódicos, Chiqui la define como una forma de ayudar a la gente a informarse.
“Esto me ayuda, y yo les ayudo. Me conocen todos y convivir con la gente me gusta mucho”, nos comentó mientras acomodaba los ejemplares de La Teja.
Para muchos, él no solo entrega noticias, sino también alegría y conversación. Es parte de la rutina diaria de los vecinos de Paraíso, quienes lo saludan de camino al trabajo o le compran el periódico “fiado” con total confianza.
Una vida dedicada a su oficio
“Yo tengo 75 años y los últimos 20 años de mi vida me he dedicado a esto”. Antes de que existiera La Teja, recuerda que solo se vendían La Nación y La Prensa Libre, que costaban “50 o 60 colones”. Desde entonces, ha sido testigo de cómo cambió la forma de informarse, pero él sigue firme en su esquina, cada mañana.
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“Si dicen Gerardo Solano, nadie sabe quién es, pero si dicen Chiqui, todo el mundo me ubica”, comenta entre risas. Vive solo, aunque mantiene contacto con sus hijos, y asegura que su trabajo le da sentido a sus días.
El héroe anónimo de Paraíso
Para los vecinos, Chiqui es más que un voceador, es parte de la identidad del cantón. Su constancia, su sonrisa y su amor por la gente lo han convertido en un vecino muy querido
Mientras otros inician su jornada, él ya cumplió con la suya: repartir noticias, amistad y un pedacito de historia cada día en Paraíso.