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Guanacasteco entra al grupo de los centenarios y lo celebra bailando en su fiesta de cumpleaños

Guanacasteco cumplió 100 años en una de las zonas azules de Costa Rica y se mantiene muy bien de salud

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Cumplir años siempre es motivo de alegría, pero llegar a los 100 es una verdadera hazaña.

Y don Armando Navarrete Cascante, vecino de la comunidad de San Blas de Sardinal, en el cantón de Carrillo, en Guanacaste, decidió celebrarlo como se debe: con misa, cimarrona, pólvora, baile y el calor de una familia enorme que lo arropa y lo admira.

Desde el pasado 13 de diciembre, don Armando forma parte oficialmente del selecto grupo de personas centenarias que viven en una de las llamadas zonas azules del mundo, esas regiones privilegiadas donde la gente no solo vive más, sino que lo hace con energía, lucidez y calidad de vida.

Armando Navarrete Cascante,  de San Blas de Sardinal, en Carrillo, Guanacaste, decidió celebrar sus 100 años como se debe: con misa, cimarrona, pólvora, baile y el calor de una familia enorme que lo arropa y lo admira
La fiesta de don Armando fue todo un éxito y él terminó hasta bailando en su cumpleaños 100. (Pastor Maita Sanabria/Cortesía)

Según estudios geográficos y registros internacionales, solo existen cinco zonas azules en el planeta: Okinawa en Japón, Ikaria en Grecia, Cerdeña en Italia, Loma Linda en California y la península de Nicoya, en Guanacaste, donde destacan cantones como Hojancha, Nicoya, Santa Cruz y Carrillo.

Ahí, entre sabaneros, tradiciones y vida sencilla, don Armando acaba de soplar nada menos que cien velitas.

Quienes lo vieron en la celebración no podían creer la vitalidad del adulto mayor. Sonriente, firme y con ganas de moverse al ritmo de la música, don Armando dejó claro que sigue hecho un toro, lleno de energía y agradecido con la vida.

Este guanacasteco de cepa estuvo casado con doña Josefa Cascante, con quien formó una familia numerosa: 10 hijos (Ana Lucía, Adina, José Ramón, Elías, Marlene, Yety, Carmen, Mercedes, Gerardo y María José), todos Navarrete Cascante. A ellos se suman 31 nietos, 42 bisnietos y 6 tataranietos, una descendencia que es reflejo de amor, constancia y trabajo.

Armando Navarrete Cascante,  de San Blas de Sardinal, en Carrillo, Guanacaste, decidió celebrar sus 100 años como se debe: con misa, cimarrona, pólvora, baile y el calor de una familia enorme que lo arropa y lo admira. En la foto don Armando (izquierda) con su esposa Josefa Cascante
Histórica foto de don Armando (izquierda) con su esposa Josefa Cascante, quien tiene 95 años. (Pastor Maita Sanabria/Cortesía)

A lo largo de su extensa vida, don Armando se ganó el pan honradamente en distintos oficios. Fue jornalero de finca, domador de bueyes y boyero de corazón.

Con la fuerza de sus animales trasladó arena, sacos de maíz, arroz, frijoles, leña y caña de azúcar por caminos polvorientos y barrosos.

Su último trabajo, antes de pensionarse, fue como policía en la desaparecida Guardia de Asistencia Rural (GAR), donde sirvió en delegaciones de Filadelfia y la frontera norte.

Hoy, ya con un siglo a cuestas, don Armando vive en la casa de su hija Carmen, donde se mantiene sorprendentemente autónomo.

Se alimenta solo, se encarga de su aseo personal, ve televisión gracias a una operación de ojos realizada por la Caja Costarricense de Seguro Social y está a la espera de que le renueven los audífonos para escuchar mejor.

Eso sí, hay algo que no ha cambiado con los años: su pasión por el Deportivo Saprissa.

“Le agradezco a Dios por permitirme vivir tantos años y por darme tan buenos hijos”, dice con voz serena y llena de gratitud.

Armando Navarrete Cascante, de San Blas de Sardinal, en Carrillo, Guanacaste, decidió celebrar sus 100 años como se debe: con misa, cimarrona, pólvora, baile y el calor de una familia enorme que lo arropa y lo admira.
No podía faltar el queque con las tres candelas sumando 100 años. (Pastor Maita Sanabria/Cortesía)

A su lado sigue firme doña Josefa, conocida por toda la comunidad simplemente como “Mamita”. A sus 95 años, goza de una vitalidad envidiable, con ojos y oídos en perfecto estado.

Ella recuerda que cuando compraron su casita, en el siglo pasado, apenas había dos viviendas en el lugar.

“Los caminos eran polvazales en verano y barriales en invierno”, recuerda señalando el lugar donde levantaron su hogar.

En aquella época, Mamita ordeñaba vacas, hacía tortillas de maíz, cuajadas, criaba gallinas y engordaba cerdos para sostener a su numerosa familia.

Nada faltaba en la mesa, aunque tampoco sobraba. Hoy, esa casa sigue viva gracias a la visita diaria de sus hijas, quienes, pese a rondar los 55 años o más, ayudan con la limpieza y el cuido.

Elías Navarrete, cuarto hijo del matrimonio, recuerda a su padre como un hombre ejemplar.

“Nunca vimos a papá borracho. Siempre fue muy trabajador y responsable. Aunque estuviera lejos, nunca dejó de enviar lo necesario para la casa”, cuenta.

Armando Navarrete Cascante, de San Blas de Sardinal, en Carrillo, Guanacaste, decidió celebrar sus 100 años como se debe: con misa, cimarrona, pólvora, baile y el calor de una familia enorme que lo arropa y lo admira.
Este hermoso mensaje le dedicaron a don Armando sus familiares. (Pastor Maita Sanabria/Cortesía)

Él heredó el oficio de boyero y aún recorre los caminos de San Blas y Sardinal con su carreta. “Esto lo hago como homenaje a mi papá”, dice orgulloso.

Por su parte, José Ramón Navarrete, otro de los hijos, asegura que su padre les inculcó valores que hoy agradecen.

Además, aprovechó para hacer un llamado a las autoridades de salud para reforzar la atención médica y preventiva de las personas adultas mayores, una población que crece cada año.

Don Armando es hoy un símbolo viviente de la longevidad guanacasteca, de la vida sencilla, del trabajo honrado y del amor familiar.

Armando Navarrete Cascante,  de San Blas de Sardinal, en Carrillo, Guanacaste, decidió celebrar sus 100 años como se debe: con misa, cimarrona, pólvora, baile y el calor de una familia enorme que lo arropa y lo admira
Por si lo dudaban, aquí don Armando haciendo otro pasito de baile. Es bien alegre el guayacán. (Pastor Maita Sanabria/Cortesía)

Cien años después, sigue celebrando, bailando y demostrando que vivir mucho también puede ser vivir bien.

Eduardo Vega

Eduardo Vega

Periodista desde 1994. Bachiller en Análisis de Sistemas de la Universidad Federada y egresado del posgrado en Comunicación de la UCR. Periodista del Año de La Teja en el 2017. Cubrió la Copa del Mundo Sub-20 de la FIFA en el 2001 en Argentina; la Copa del Mundo Mayor de la FIFA del 2010 en Sudáfrica; Copa de Oro en el 2007.

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