Rafael Murillo hijo cuenta que diez años después de la desaparición de su papá, Rafael Murillo Sibaja, de 47 años, ellos aún lo lloran y que esta fecha es triste desde entonces por el montón de recuerdos.

Rafael hijo, chef en el hotel La Paz Waterfall Gardens, dice que junto con su hermano Carlos Eduardo se pegan a menudo unas conversadotas en las cuales el protagonista es su papá y lloran mucho.

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Rafael Murillo Sibaja es una de las cuatro personas cuyos cuerpos nunca aparecieron después del terremoto de Cinchona del 8 de enero del 2009 que dejó 25 muertos.

Hoy se cumplen diez años del desastre natural y la familia de don Rafa hará un rezo en su honor en el lugar donde se supone que falleció, que es donde estaba la casa de la familia. Ellos colocaron allí una cruz.

Rafael hijo tiene 28 años y recuerda que estaba empezando a trabajar en la misma bomba donde trabajaba su papá cuando ocurrió el terremoto. Don Rafa padre estaba libre aquel día.

“Después del terremoto no teníamos comunicación ni con él ni con mi mamá, Lina Rosa Guzmán Flores. Ese día trabajaba con mi hermano y nos fuimos con un vecino para la casa, pero no pudimos llegar (no había paso). Cuando llegamos al hotel La Paz (que quedaba de camino) encontramos a mamá toda golpeada (ella ya trabajaba en el hotel), con sangre y llorando porque no sabía nada de nosotros", dijo Rafael.

“Queríamos bajar para ir a la casa, pero la gente de la empresa no nos dejó. Entonces empezamos a llamar familiares y nos dijeron que lo habían visto (al papá)”.

Recordemos que en plena emergencia solo había paso hasta el hotel y la Comisión Nacional de Emergencia no dejaba que nadie siguiera después de ese punto.

Pese a que un familiar les dijo que habían visto a don Rafael, la incertidumbre empezaba a apoderarse de la familia.

“Al día siguiente logramos salir y por cierto me encontré a una amiga y me dijo que lo había visto en la bomba o en la plaza, pero él tiene un hermano muy parecido y lo habían confundido. Llegamos a Poasito y otra persona dijo que él había llamado y que estaba bien, que no nos preocupáramos, que ya casi llegaba. Y han pasado diez años”, contó.

Capítulo cerrado

La familia buscaba a don Rafael con cierta regularidad, pero el desgaste y el estrés se hacían cada vez más pesados.

“Bajábamos con unos tíos a buscarlo hasta que uno o dos años después, un tío nos dijo que ya teníamos que cerrar el capítulo, que nunca lo íbamos a olvidar. Le hicimos una misa y este año, si Dios lo permite, también la haremos allí donde quedó. Hay una cruz y le llevamos flores”, explicó.

Le preguntamos si hay alguna evidencia del lugar donde estaba su papá al momento del terremoto.

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“Era su día libre, estaba en la casa. Tenemos la certeza porque un amigo nos dijo, un tiempo después, que él lo vio allí cinco minutos antes del terremoto”, explicó.

La casa de la familia estaba en un sitio que desapareció por completo.

Añadió Rafael que él cree que su padre presintió la muerte porque a los quince días encontraron una agenda telefónica con un mensaje. “Nos decía que no tuviéramos vicios y que si algo le pasaba a él, cuidáramos a mami”, comenta el hijo.

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Su familia se sentía muy orgullosa de don Rafael, quien a veces era estresante porque tenía sus cosillas, pero era muy amable con la gente. “La bomba cierra a las diez de la noche, pero si alguien llegaba a las once y él estaba, abría sin problema”, recuerda el hijo.

“Es una lástima que no tuviéramos más tiempo con él. Hubo un tiempo en el que yo no podía salir. Tuve que dejar el estudio botado porque veía una familia y me lo recordaba. A veces veo a un hijo que hace un berrinche y yo pienso… 'puña, aprovéchelo!”, dijo.