El investigador Allan Orozco Solano era uno de los tantos soldados que, desde su trinchera, luchaba la guerra contra la pandemia. Lamentablemente el covid-19 se lo llevó este domingo 26 de setiembre.
Él era director del Programa Sociedad de la Información y el Conocimiento (Prosic) de la Universidad de Costa Rica (UCR) y a diario investigaba cómo muta y se transmite el coronavirus. Esto gracias a que era licenciado en Ingeniería; tenía maestrías en nanotecnología, bioinformática y administración; además de un doctorado en bioinformática y biomedicina de la Universidad Autónoma de Madrid, España.
La periodista Martha Zamora Castillo, quien lo conoció siendo profesor de la UCR en el 2008, en la sede de Santa Clara de San Carlos, lo recuerda como un científico cargado de humanismo, siempre buscando cómo ayudarle desde su campo a las personas.
“Nunca había escuchado sobre nanoinformática, por eso lo busqué para que me explicara y me topé con un ser humano humilde, amable, alegre y entregado a la enseñanza. Lo suyo era estudiar el comportamiento de las enfermedades para que, a través de la informática, se lograra una mejor administración de los medicamentos.
“Recuerdo que él me contaba que perdió a un hermano por el cáncer y también una enfermedad grave afectó a su mamá. Creo que esas duras experiencias lo volvieron muy sensibles a entregar todo su conocimiento para ayudarle a las personas enfermas”, recordó la comunicadora.
El pasado 5 de agosto, en el periódico La Nación, Orozco escribió un amplio artículo en el cual se refirió a cómo las tecnologías de la información, la biología y la nanotecnología, entre otras ciencias, se pueden dar la mano para luchar más fuerte contra el virus.
“Sería factible el establecimiento de bases de datos locales para la integración de información genético-molecular con imágenes médicas de pacientes con covid-19, y se aprovecharían mucho mejor los metadatos (datos sobre otros datos) digitales de los pacientes para apoyar el diagnóstico y tratamiento.
“Todo esto en conjunto (las formas de unir esfuerzos) no solo ayuda a combatir la pandemia, beneficia a la ciencia y la tecnología integral del país, crea posibilidades para explorar nuevas formas de secuenciación genómica (conocer la información genética total de un organismo), establece puentes de colaboración y potencia el trabajo de los expertos y los actores que participen, lo que se traducirá en un bien para la sociedad costarricense”, escribió.
Y no fue que el covid-19 lo motivó a estudiar la genética de las enfermedades, pues cuando el Ministerio de Salud anunció el primer contagiado en el país con coronavirus (en marzo del 2020), ya tenía al menos 4 años de estudiar enfermedades mortales.
Por ejemplo, en marzo del 2018, la UCR publicó: “La prestigiosa revista Bioinformatics de la Universidad de Oxford, Inglaterra, que se distingue por publicar únicamente los trabajos de mayor impacto en bioinformática del mundo, publicó por primera vez un estudio desarrollado por cuatro investigadores costarricenses. Ellos dieron vida a VizGVar, una herramienta web que ayuda a descubrir las causas moleculares de una de las enfermedades de mayor mortalidad a nivel mundial: el cáncer”.
El doctor Orozco guió el trabajo en conjunto con los investigadores de ingeniería en diseño industrial del Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC) Verónica Alfaro Arias y Antonio Solano Román, y Carlos Cruze, especialista de Internet del Cenfotec, quienes en grupo fortalecieron el trabajo a inicios del 2017.
El virólogo Christian Marín Müller, otro luchador contra el cáncer en el país, estaba muy afectado por esta pérdida.
“Tengo un tremendo dolor. Costa Rica pierde un pionero en las batallas contra enfermedades mortales, hace años venía trabajando desde la biotecnología y bioinformática.
“Su conocimiento llevó a que el país avanzara e hiciera cambios grandes en esas luchas. Colaboré con él en varios proyectos. Al principio de la pandemia compartimos y él colaboró mucho con el Ministerio de Salud. Siempre lo consultaba y era demasiado noble y conocedor”, se lamentó el doctor Marín.