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Isla San Lucas: de lugar de muerte y dolor a parque nacional lleno de vida

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Ya se puede visitar turísticamente la Isla de San Lucas, la cual mezcla una de las naturalezas más hermosas de todo el país y uno de los capítulos más horrorosos de nuestra historia, porque ahí estuvo, por más de 100 años, la cárcel tica más inhumana. José León Sánchez, escritor, estuvo preso ahí

La llamaban Chara los indígenas que vieron llegar a los primeros colonizadores españoles; luego fue San Lucas y el escritor José León Sánchez la puso en la literatura como “la isla de los hombres solos”.

Es parque nacional desde agosto del 2020, hace apenas dos años, y para los costarricenses estará siempre habitada por leyendas que enriquecen su historia.

Los presos condenados a cumplir sus condenas en aquel duro territorio del golfo de Nicoya entraban a la isla por la llamada calle de la Amargura y muchos nunca saldrían vivos. San Lucas funcionó como penal entre 1873 y 1991 y al inicio fue el territorio elegido para desterrar a quienes defendías ideas políticas distintas a las de quienes gobernaban el país.

Después fueron enviados los delincuentes más violentos o, como ocurrió con José León Sánchez, aquellos más repudiados por la sociedad.

Ya se puede visitar turísticamente la Isla de San Lucas, la cual mezcla una de las naturalezas más hermosas de todo el país y uno de los capítulos más horrorosos de nuestra historia, porque ahí estuvo, por más de 100 años, la cárcel tica más inhumana. José León Sánchez, escritor, estuvo preso ahí

Otros tiempos

Son únicamente 15 los kilómetros que separan la isla de tierra firme, o sea, de Puntarenas, provincia a la cual pertenece. Antes de que dejara de ser un penal, San Lucas era un sitio al cual llegaban turistas de todo el país que les compraban a los presos las artesanías de madera o conchas que fabricaban.

Cuando estuvo preso en ella Beltrán Cortés, quien asesinó en 1938 a los doctores Ricardo Moreno Cañas y Carlos Echandi Lahmann, era común que lo exhibieran como si se tratara de una fiera, de un animal de circo.

Se dice que el mandatario de entonces, León Cortés Castro (sin parentesco con Beltrán), mandó construir una celda de dos metros cuadrados exclusivamente para meterlo y que quedara a la vista de los visitantes.

Ya se puede visitar turísticamente la Isla de San Lucas, la cual mezcla una de las naturalezas más hermosas de todo el país y uno de los capítulos más horrorosos de nuestra historia, porque ahí estuvo, por más de 100 años, la cárcel tica más inhumana. José León Sánchez, escritor, estuvo preso ahí

San Lucas recuerda a Alcatraz, la roca-prisión de la bahía de San Francisco, en Estados Unidos; también a la famosa isla del Diablo, en la Guayana Francesa. Los tres son lugares en los que se mezclaron delincuentes de los peores con el trato más duro del que eran capaces quienes los vigilaban.

La isla era una cárcel con rejas de metal y rejas de agua. El Pacífico servía también como barrera, pero en 1971 dos presos demostraron que escapar no era imposible.

Fuga fracasada

En julio de aquel año, el diario La Nación daba cuenta de que dos hombres de apellido Morales habían sido capturados en Esparza después de que un funcionario de la prisión los identificó mientras iban por la calle.

Los reos utilizaron un neumático inflado para fugarse, las corrientes los arrastraron hasta los manglares de Chomes, desde donde salieron a la carretera Interamericana y luego llegaron a Esparza, donde se les acabó la libertad.

Ya se puede visitar turísticamente la Isla de San Lucas, la cual mezcla una de las naturalezas más hermosas de todo el país y uno de los capítulos más horrorosos de nuestra historia, porque ahí estuvo, por más de 100 años, la cárcel tica más inhumana. José León Sánchez, escritor, estuvo preso ahí

“El teniente Guadamuz, de la comandancia de plaza, dijo que los hombres llegaron a la costa vivos de milagro. Señaló que en los trechos de mar que cruzaron hay tiburones y que los prófugos iban con medio cuerpo en el agua”, agregaba la nota.

Dejar atrás la pesadilla del penal era el sueño de todos los presos. Hubo quienes lo intentaron sin éxito, otros, como José León Sánchez, que pasó allá 30 años, fueron capaces de renacer después de atravesar semejante infierno.

En “La isla de los hombres solos”, Jacinto --el protagonista-- describe así la realidad del presidio: “Nuestro cuerpo abotagado por el calor casi no llamaba al hambre. Pero la sed era espantosa. Los muros del calabozo estaban empotrados cerca del mar hasta el extremo que continuamente se escuchaba el retumbar de las olas contra la muralla”.

Y si el calor atormentaba en el día, el frío lo hacía por la noche y los vigilantes todo el tiempo.

Ya se puede visitar turísticamente la Isla de San Lucas, la cual mezcla una de las naturalezas más hermosas de todo el país y uno de los capítulos más horrorosos de nuestra historia, porque ahí estuvo, por más de 100 años, la cárcel tica más inhumana. José León Sánchez, escritor, estuvo preso ahí

El dolor de la isla quedó en el pasado aunque lo recuerdan las viejas construcciones y los grafitis en las paredes. El territorio, ahora más protegido que nunca, es hogar de venados cola blanca, ardillas, tepezcuintles, guatusas, aves variadas.

San Lucas, a la que el poeta mexicano Álvaro Solís llamó “ataúd que flota en medio del mar”, es ya más bien un refugio para la vida al que cada vez más costarricenses meten en sus planes de viaje cuando se acercan al sol de la Perla del Pacífico.

Ovidio Muñoz

Ovidio Muñoz

Egresado de Ciencias de la Comunicación Colectiva de la Universidad de Costa Rica. Ingresó al Grupo Nación en 1995.

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