Nacional

Jefe de capellanes dice que aumentó la “necesidad” de Dios en pacientes de hospital

Contrario a las parroquias, en las camillas se pide mucho auxilio de los sacerdotes

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Manuel Ignacio Gamboa es el coordinador de los capellanes que trabajan en los hospitales de la Caja de Seguro Social (CCSS) de la Gran Área Metropolitana.

Él es testigo de cómo el covid -19 aumentó la “necesidad” de sus servicios en los pacientes que están internados en los centros médicos.

Los capellanes son trabajadores directos de la Caja y en la arquidiócesis de San José laboran en los hospitales México, San Juan de Dios, Calderón Guardia, San Vicente de Paul, Siquiátrico, hospital de las Mujeres, de Niños y Geriátrico. También hay en la Clínica Católica.

En cada uno de estos lugares hay dos o tres sacerdotes y cada uno cubre 44 horas laborales en distintos horarios, como de 6 a. m. a 2 p. m. o de 2 p. m. a 10 p. m., todos los días de la semana.

A la fecha ninguno resultó positivo con el virus.

Gamboa trabaja en el hospital Blanco Cervantes desde el 2008 y reconoce que la llegada de la pandemia significó un cambio fuerte a nivel laboral y personal.

Los capellanes generalmente hacían una ronda por todos los cubículos donde están las camillas de los pacientes y un familiar solicitaba los sacramentos.

Ahora es el paciente quien los pide directamente, pues están solitos debido a que las visitas están restringidas. En la zona covid definitivamente pasan aislados.

“A pesar de que la pandemia nos ha limitado algunas áreas del hospital, ha crecido en un sesenta o setenta por ciento la necesidad. Los pacientes nos llaman para administrar la unción y el papa nos llamó para estar a la par del doliente, del que sufre, sin distinción. Es parte de nuestra vocación estar en la antesala de una posible muerte”, comentó Gamboa, quien explicó que es un momento para dar una voz de aliento, animar y redimir.

En la homilía del Jueves Santo, cuando la pandemia atacaba con inusual agresión a Europa, el papa Francisco hizo un llamado a los sacerdotes a servir a las personas contagiadas, las cuales han sido comparadas con los leprosos del Evangelio, por los estigmas que han tenido que soportar.

Este miércoles la Organización Panameriana de la Salud dijo que ya está bajando la tasa de enfermedad grave en América, lo que significa menos hospitalizados y pacientes en ciudados intensivos.

Sin embargo, en el país aún no baja el promedio de mil casos diarios nuevos y la cantidad de fallecidos.

Sin comunión

Los capellanes generalmente realizan tres sacramentos, pero con la pandemia uno se dejó de hacer.

“No se les está llevando la sagrada comunión a los pacientes. En todos los hospitales había un grupo de apoyo de ministras de la comunión, pero desde que comenzó la pandemia en marzo se les restringió el ingreso a estas personas. En lo demás sí apoyamos espiritualmente a todos los pacientes internados en lo que es confesión y unción de enfermos”, comentó el coordinador.

Este último sacramento es el que más se pide. Los curas deben ir con la vestimenta que usa el personal médico por encima del hábito. Se ponen bata desechable, gorro, guantes, mascarillas y botas de tela para ingresar a los cubículos donde están los pacientes.

Para la santa unción el sacerdote ingresa con el óleo en la mano, se unge la frente y palmas del creyente y se reza por el perdón de sus pecados y que Dios le conceda paz.

Para la confesión se cierran las cortinas del cubículo para intentar brindar un momento más íntimo, siempre guardando la debida distancia.

A don Manuel lo marcó uno de los primeros pacientes covid que vio fallecer pues estaba muy aferrado a la vida y le pedía ayuda insistentemente.

“Aunque sabemos que todos estamos para morir, cuando alguien se aferra está la impotencia humana, que hiere mucho”, comentó.

Como él trabaja en el Geriátrico reconoce que el adulto mayor es muy creyente y cuando se les da el sacramento hasta se les nota un regocijo espiritual, les cambia el semblante y les abriga el ánimo.

Sin embargo, reconoció que nunca imaginó vivir algo así como capellán.

“Esta pandemia ha producido mucho temor y encierro, pero hay que lograr un equilibrio emocional para evitar fantasías. Dios camina con nosotros y esta es una transición que debe purificarnos para mejorar. Es un tiempo de fe y esperanza, de vida, donde se nos está enseñando a ser solidarios y sensibilizarnos para amar profundamente la vida”, comentó.

Shirley Sandí

Periodista.

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