Joseph Ruiz, de 20 años, se mantiene tan ocupado con su brete y estudios que eso ha sido fundamental para superar las drogas.
El muchacho trabaja en McDonal's de Lindora y saca el bachillerado en el Cindea de Santa Ana, actividades que al menos le consumen doce horas de su día, sin contar los momentos en que se pone a estudiar ni los traslados.
Ruiz es parte del programa de Empleabilidad de Aldeas Infantiles SOS, que actualmente trabaja con unos 300 muchachos en condiciones complicadas y que requieren una ayudita para salir adelante.
El PANI se llevó al muchacho de su hogar (su padrastro estaba a cargo), fue llevado a un albergue. Estando ahí se matriculó en el Colegio Diurno de Limón, donde perdió el año e ingresó en el 20013 al Liceo de Pacuare, donde se hizo de malas juntas y empezó a usar drogas.
Ruiz tocó fondo después de seis meses y fue remitido a la Comunidad Encuentro-Costa Rica donde fue rehabilitado y recomendado al programa de empleo.
Ruiz hoy en día le pone bonito en el McDonald's, donde limpia, atiende, hace hamburguesas o cualquier labor que le indiquen y, en la noche, estudia.
“Tener esas actividades me enfoca. Me veo en un banco trabajando, pero sé que ese futuro está lejano”, dijo entusiasmado el joven.
“Yo caí en drogas porque mi papá, sin darse cuenta él, no estaba a la par mía. Por estar trabajando nunca tiene tiempo y entonces uno hace lo que le da la gana. Yo me creí el guapo, el que podía hacer de todo, sin control”, explicó Ruiz.
Hoy recuperó a su padrastro, con quien tiene una buena relación y viven juntos. La tiene que luchar en el diario vivir, para salir con los gastos de los dos. No tiene una vida fácil ni color de rosa, pero las metas están claras y lucha para superar las tentaciones.
“El primer día que volví con ‘apá’ había unos muchachos fumando y le dije: 'vea a ellos'. Él me dijo: ‘mijito, eso le va a pasar siempre. Está en usted seguir en ese hueco o alejarse'. Entonces cerramos las ventanas del carro y nos fuimos”, dijo.
Desde entonces se ha ido para siempre de esa vida y espera aguantar todas las trampas que le ponga el destino.