Nacional

La 44, una panadería artesanal que no garrotea su bolsillo

Esposos que se quedaron sin trabajo encontraron, a pura pasión, cómo ganarse el pan nuestro de cada día

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Aarón Porras y Carolina Mata se quedaron sin brete hace casi cuatro años, eso los obligó a inventar algo para poder seguir pagando los recibos, fue así, en medio de la crisis, que nació la panadería artesanal La 44, con un objetivo, dejar bien claro que artesanal no tiene que significar un garrotazo al bolsillo.

El nombre obedece a que los tres primeros apartamentos que alquilaron para vivir tenían el número 44.

Caro tenía siete meses de embarazo cuando la crisis económica llegó a su casa, como ambos se quedaron sin trabajito (ella como traductora en inglés y él en servicios técnicos empresariales) comenzaron a recortar gastos por aquí y por allá. Ella estaba de acuerdo con eso hasta que le tocaron el pan.

Aarón le dijo que ya no podían comprar pan porque les salía muy caro, pues el único lugar cercano vendía el bollo a casi un rojo. En ese momento a Caro se le paró la peluca porque ama el pan y aceptó a no comprar más porque ella lo cocinaría.

“Cuando Caro comenzó a hacer pan nos dimos cuenta que era muy rico y muy bien hecho, por eso nació la idea de venderlo. Fue así como iniciamos en lo que se conoce como Mercado Libre de Guadalupe (idéntico a la feria del agricultor). En aquel inicio ella hacía el pan y yo jalea de naranja y de fresas.

“Claro, al inicio hacíamos el pan, pero con la esperanza de conseguir un trabajo, pensábamos que la panadería era asunto de un tiempito y listo, que vendrían dos buenos trabajos para nosotros y ahí quedaría la historia”, explicó Aaron a quien le toca la parte de hornear el pan.

Olivia venía de camino

Recuerda Caro que cuando todo comenzó ella tenía siete meses de embarazo de Olivia, quien hoy tiene tres añitos. Ya estaba Joel quien tiene 13.

“Mi esposo me decía que si no arrancábamos ya, no lo íbamos a hacer nunca y tenía razón porque con la niña nacida había que sacar fuerzas de donde no había para seguir con el proyecto”, dijo ella.

Aquel comienzo en la feria de Guadalupe se topó con una gran casualidad. En una ocasión tenían que irle a dejar un pan a una señora que trabaja en la Asamblea Legislativa y ya con algo de espuela comerciante Aarón se fue con una bicicleta que adaptó para llevar el pan, cargada de bocadillos e ilusión.

“Le dejé el pan a la señora y logré vender ahí mismo, en la Asamblea, todo lo que andaba. Ese día entendí que nos teníamos que tirar a la calle, que a la gente le gustaba lo que hacíamos y que el comentario general era, ‘¿por qué tan barato?’”, comentó el panadero.

Tanto Caro como Aarón nos explican que desde su nacimiento pensaron en hacer bien las cosas, en hacer un buen pan, sabroso y de varias formas, para que la gente lo disfrute, pero no cobrando carísimo.

Por eso tienen pancitos de yuca a 175 colones y otro tipo de panes a 350 y 500 colones. El bollo grandecito si vale nueve tejas, pero ese mismo bollo en otros lados casi llega a los dos rojos.

El proyecto crece

“No ha sido nada fácil. Madrugar, trabajar casi todo el día, un sacrificio gigante en el cual nos apoyamos los dos, nos motivamos juntos.

"La experiencia es muy enriquecedora, nos ha demostrado cuáles personas siempre apoyan incondicionalmente, nuestras familias, los clientes. Ha sido un esfuerzo gigantesco, pero cargado de resultados positivos”, explica Caro.

Ya Caro ni piensa en buscar brete como traductora y Aarón mucho menos en servicios técnicos, la panadería llegó para quedarse.

Comenzaron a pie, ahora tienen dos bicicletas porque ella hace una ruta y él otra, gracias a Dios, como dicen, siempre venden todo, incluso, se tiraron al agua fuerte y pusieron una panadería en Moravia, frente al banco Davivienda.

“La gente comprende que hacemos pan con amor y calidad. No usamos preservantes, no usamos margarina sino mantequilla, estamos dejando en el olvido el plástico ya casi por completo. Son pequeños aportes al planeta, muy pequeños, pero los hacemos.

“Repito, si bien nos esmeramos en los materiales que usamos para cada pan, cada repostería, no vamos a cobrar carísimo, la idea es que nuestros panes italianos, brasileños, portugueses, polacos y típicos de Costa Rica, los disfrute la gente sin pagar mucho”, aseguró Aarón.

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