Como católico, pero sobre todo como devoto de la Virgen de Los Ángeles, al igual que miles de costarricenses, me gusta hacer la romería hacia la basílica. Soy de los que cree que cuanto más se cansan y se debilitan las piernas más se fortalece el espíritu, el que también se alimenta de las escenas de fe que aparecen a lo largo recorrido.
Sin embargo, no todo el peregrinaje tiene estampas acordes a lo que significa ese enorme gesto de fe, de agradecimiento y de peticiones que los costarricenses de hacemos a la Patrona.
A lo largo del camino, sobre todo después de bajar Ochomogo y entrar a Taras de Cartago, aquello parece un mercado persa. Parlantes a todo volumen en algunos locales con temas de los Ángeles Azules, que lo único que tienen en común con el sacrificio de los caminantes es la palabra ángeles.
Y como si esto no fuera suficiente ahora la Iglesia nos sale con lo que para mí es un domingo 7.
Para aprovechar la gran afluencia de fieles, rifarán un carro entre los que compren el el kit del romero. Para suavizar un poco esa falta de respeto hacia La Negrita, el kit incluye un rosario, un bolsito, una pulsera, una estampita de oración y una botella con la imagen de la Virgen de Los Ángeles por “solamente” ¢12.000. Lógicamente allí viene incluido el numerio para el sorteo del Nissan Kicks 2020, que entregarán en febrero.
Creo que existen otros momentos para iniciar este tipo de sorteos con el fin de recoger plata para la basílica. Allí están el Día de la Madre, del Padre, o la Navidad. Mercadear la masiva muestra de fe de los ticos, en uno de los pocos momentos en que nos unimos como pueblo, es poco elegante.